26 diciembre, 2011

Es hora de acercarnos a Dios

 Nos dice giuli que de a ratos con belén iban a la Iglesia de Santa María. Es esa iglesia de ladrillitos que ocupa toda la esquina de Av. La Plata y Rosario. Lo repite y lo repite ante nuestra incredulidad y su voz metálica y mojada se nos mete y se nos mete fresca revoloteando en el pequeño ambiente, mientras se prepara para darnos un abrazo de despedida. Sí, en primavera o en invierno, en las tardes cuando teníamos un rato entrábamos a rezar. 
 Lo primero siempre es elegir a tu Santo, a esa hora hay poca gente, se ven más que nada algunas señoras que ya han elegido. Entonces nosotras íbamos y pedíamos, deberías pedir, deberías elegir a San Expedito y así vas a conservar tu trabajo y vas a encontrar el amor. Nosotras hasta en casa le hicimos un santuario a San Expedito; y reían y reían y reían. Pero no a carcajadas, sino con esa risa que está del otro lado de lo jocoso y de lo sobrio. Es una dulce causticidad que te quema los huesos si no la sabés manejar o si dejás que te atrape. Nos da trabajo imaginarnos que semejante sarcasmo y esos brotes caprichosos de desparpajo hayan estado entrando y saliendo, circulando en medio de lúgubres corredores de fe. Ese piso de negra piedra helada donde se hace de noche en pleno mediodía al son de las trompetas que exhortan para la condenación definitiva de las almas. Las chicas se tocan y se estremecen en sus rondas entre las pilas de agua bendita. Te esperamos adentro al lado de una columna la primera que ves cuando salís del breve pasillo en ele de la entrada, adentro, porque afuera llueve y hace frío, y te mostramos toda la Iglesia y te presentamos cada Santo y elegís el que mejor te viene.

No hay comentarios: