27 abril, 2015

El gigante jumbo

(...)"y los ojos se abrieron. Me dejaron entrar".
Samuel Beckett, La última cinta de Krapp


 Me detuve, es que no se podía seguir avanzando más pues por la autopista los autos pasaban a cien, condescendientes, extrañamente condescendientes.Hacia el este se veía la pista de los aviones abarrotada de objetos difíciles de determinar. En realidad no se veía la pista pero se la podía percibir, allí muy cerca tan solo cruzando la autopista. Desde el norte fue bajando en sobrevuelo rasante un avión pequeño, de esos tipo jet privados, miré detenidamente para ver si al tocar con las ruedas el pavimento de la pista echaba unos humillos de fascinante fricción. Algo me impidió ver. Siguió corriendo más allá hasta que desapareció tapado por un hangar de alguna de las empresas del Aeroparque. No faltaba tanto para el atardecer y el sol todavía podía cegar la mirada. A continuación un avión mucho más grande comenzó a deslizarse por pista en sentido inverso al anterior y cuando llego al extremo donde el otro había hecho su primer contacto dio un giro sorprendente, de ciento ochenta grados,-ese giro debe tener un nombre técnico preciso en el lenguaje de las aeronaves- para detenerse por unos minutos hasta recibir la autorización y realizar el despegue. 
 El momento del despegue es algo formidable, parece como que hasta ese momento el avión es un simple vehículo pero de pronto algo sucede que las turbinas rugen de un modo superlativo. Es el aviso de que se va a producir ese gran salto del hombre venciendo las leyes naturales; la máquina ganándole a la atracción total de la tierra y de los cuerpos. Las turbinas entonces emiten ese silbido que es como diez mil caballos salvajes que se echan verticalmente por el filo de una ladera o de un valle escarpado. Sigue en carrera unos diez segundos más y fpssss transmite esa pasión de querer ir hacia lo imposible. Y lo hace. La trompa se derige hacia el firmamento de una manera desproporcionada y la cola queda rezagada como si todo el peso se volcara a la parte posterior. La remontada parece una ilusión. La remontada es David, y todo el peso, la inercia y la gravedad son Goliat. Pero lo cierto es que se va reponiendo. Se pestanea y ya está volando buscando el rumbo. 
 Y entonces me pareció que la puerta de un gigante avión jumbo con detalles en rojo y en blanco se preparaba y se abría antes del despegue y mi abuelo saludaba. Todo estaba en blanco y negro. Mi abuelo tenía puesto un perramus gris-azulado y con una mano vigilaba la gran maleta negra que lo escoltaba a un lado. Pero en verdad se trataba de una fotografía que siempre había andado por ahí. Dando vueltas. Me doy cuenta de que a pesar de los años de tantos años el zumbido atronador y apasionante de los aviones se mantiene distante e invariable. 
 Había estado en este lugar dando vueltas y me pareció que lo lograría, si la traía, si la atraía hacia allí. Es que por primera vez tenía una rara sensación de que iba a perder. Le dije que conocía un lugar especial, primero le pregunté si le gustaba ver aterrizar aviones y despegar aviones y me dijo que sí. Cuando llegamos tomamos café al coñac, estábamos alegres. Nos besamos con unas ganas locas pero de un modo que parecía que no iba a llegar nunca. Estábamos sentados sobre un gran pilar de cemento. Habíamos conversado mucho pero de pronto nos quedamos callados. Atardecía. No habíamos tenido clases. Fue todo medio casual en las últimas semanas habíamos hablado bastante y ese día salimos a la par bajando la escalera, en la puerta de la escuela decidimos ir juntos a dar una vuelta. Cuando se hizo ese silencio... Es como un silencio donde alguno de los dos debería haber dicho acá falta algo... pero no sé muy bien qué... Estábamos en aquella plataforma de cemento -una especie de plaza seca a la vera de la autopista- sentados, enfrentados, cruzados de piernas y hacia el este con intervalos de diez minutos llegaban y salían aviones, ella me propuso que nos acomodáramos. Me quedé atónito no sabía de qué iba la cosa. Me explicó tomando mis brazos y acomodando nuestras caderas y me hizo reclinarme sobre su costado y ella se reclino sobre mi costado. Parecía una cama india pero de dos que a su vez estaban enfrentados. Y era maravilloso que tan solo con dos cuerpos así dispuestos algo pudiese ser tan cómodo como una cama india. Nos besamos largo, resoplamos sintiendo un poco la fresca, es que la sentíamos porque nos entraban ganas como de sacarnos la ropa pero ella me hizo parar aunque echando una carcajada de excitación inolvidable.Quería que me dejara entrar, que abriera sus ojos y me lo permitiera. Aquella vez no se pudo. Y como un soplo de vida seguí hacia adelante pero ella ya no estaba. 

22 abril, 2015

Bracito

El otro día soné que me faltaba un bracito
todo era dolor, pero no por la falta,
del bracito
si no
por lo irremediable.
Había en aquello un dejo de desgracia
pero en el fondo sabía que era mi responsabilidad
buscar ahora locamente una prótesis para aquella...
me moría ahí
menos mal
me moría, 
si eso, te faltaba a vos,
porque un bracito es algo que no le debe faltar a nadie
es que la prótesis de algo así es imposible
nada puede ocupar el lugar
la maleabilidad
la fuerza
la destreza
la rebeldía
la incorporación
de un bracito
es insustituible
lo veo claro...
menos mal...
qué angustia al ponerme de pie y sentir tal desavenencia.