15 septiembre, 2017

Rally


 Recordaba a la chica de la que habla Jack Kerouac en eso que creo es una especie de borrador o suplemento de su gran novela. Una linda rubia se llama el texto. Todo ese fastidio ese cansancio, a pesar de haber ido primero a tomarse un helado, es que él sabía y se daba fuerzas, y ahí está fracasando y hasta monologa y se jura que no va a estar más así. Nadie sabe hacer dedo como él y sin embargo en ese momento está completamente fuera de combate y por tan poco; es el crepúsculo o es el amanecer, creo que Jack dice que su amigo el griego se queda dando vueltas en la playa y ya se hace de noche o ya es noche.  Entonces se detiene esa rubia puff si me detuviese yo a hacer la descripción de esa rubia no terminaría nunca, él refiere detalles increíbles como por ejemplo tenía una pulserita divina en su tobillo -divino no es un término de kerouac- ¡y cómo! o sea ¡uau! ya vio la pulserita, no sé cómo, fue un golpe de vista la rubia despanpanante hablaba por la ventanilla pero él ya había visto esa pulsera. Y toda esa conversación fresca. Eso viene de inmediato y sería hermoso poder contarlo. Porque jack es para mí ese gran motivador eso que siempre vas a leer y te devuelve casi de inmediato esas ganas de dártelas de frente con un texto que aún no existe. Y que venga rápido lo más rápido que se pueda. 
 A mí todo esto me trajo el recuerdo de estar sentado en un jardín una mañana de invierno con sol. Una chica me ofrece galletitas de agua estira su brazo hacia mí que la miro bobo. Su brazo es como el brazo de una bailarina. Es largo es un brazo que no termina nunca. Blanco estilizado como de goma. Toda esa plasticidad se va mezclando con otras cosas todo va y viene, ella me cuenta que tiene una hija pequeña y que vive en una especie de altillo que esta en su casa materna. Me habla de arte, es escultora, me habla de siestas, de escuelas de arte de tomar sol. En ese momento el sol le da en la cara mientras mastica una galleta de agua. Me mira con un ojo entrecerrado y veo sus dientes grandes y blancos otra vez. Sus dientes grandes me recuerdan a Kafka a sus amantes por correspondencia; Felice, Milena. Es como tener un amorcito por wsap en su carácter real-virtual. Al padre, a la belleza de los bichos. Al sexo, a los enigmas, al clítoris. No sé qué estoy mirando estoy mirando un cartel que dice: a la regrette!! Y escucho una voz que saluda pero a otro. Cuando puedo mirar veo que se aleja, todo tiene cierta familiaridad. La veo a la chica, pasa junto a mí cuando ya somos viejos. Y el problema del sueño de si estoy dormido o si estoy despierto y que no puedo saber ni una cosa ni la otra...  ahora es... se formula así; ¿es la chica esa de flequillo con sobretodo negro? ¿Es la que cruza la calle y lleva algo en la mano y aprieta los labios como si los tuviese sellados? Es la que sube al colectivo al mismo que voy a tomar yo, pero estoy del otro lado.