27 mayo, 2012

Fuego

La magia es la posibilidad de operar un transporte de lo posible pero inmediato. De cuerpos, de cosas vivas o meros artificios pero siempre lo posible y de manera instantánea, en el espacio y en el tiempo.

sonido: 
 A través de todos esos pasos en los pasillos larguísimos y frescos escuchábamos la música de un I-pod encajado -invisible y liviano- a unos auriculares gigantes parecidos a los cubre orejas que se usan en invierno cuando hace frío polar. Algo así escuchábamos o algo parecido a esto. Crracc. Un ruido como de galletitas muertas, de manzanas mordisqueadas por la dentadura helada y amarga de la muerte cuando es prematura. Después, Anne Marie dijo que ella nos avisó que fue la primera, imitó nuestra cara y reímos porque era una cara que nos dejaba parados como marmotas. Pero ya no lo recordábamos, nada, ni resabio de la voz suave pero penetrante de Anne Marie. 

off:
 Vimos una poderosa llama flameando con violencia y escupiendo un humo espeso en exceso mientras el aire adquiría muy levemente y con lentitud un aroma dulzón y cargado. Luego el humo ya no permitió que se viera la llama, ni las paredes ni lo que estaba en el otro extremo del pasillo. Corríamos con ese resto que sale de un interior desconocido y la velocidad del pensamiento y de las decisiones parecía como si fulminasen el universo silenciado e indiferente frente a las catástrofes humanas. Mientras el humo inundaba los órganos doblando-avanzando-doblando como una columna flexible que se adaptaba a todas las superficies por más rígidas por más macisas que fueran y ya cada vez con más dificultad lograban los cuerpos huir. No había aire respirable, los gritos apagados como sellados en las entrañas del inframundo cada vez más se parecían a estertores inofensivos; mímicas relentas. Alguien pisaba los auriculares sin quererlo, en el atropello cerca de la escalera. _____________________ Los huesos levitan... por el dolor? todo movimiento de cosas se inmoviliza para flotar... por la combustión? Mudez, total, absoluta.      

12 mayo, 2012

Explicación

 Cuando abren las puertas a las 10.03 la gente es chupada hacia dentro. Hay dos colas, la cola larga y parsimoniosa de los mayores y la cola no tan larga y más o menos aletargada de los demás. Pero te podés poner en cualquiera de las dos porque al final es lo mismo. Cuando todos entramos somos como un reguero de ilusiones y de quejidos lastimosos y algún que otro recelo se cuela por las superficies templadas y las mamparas que distribuyen el espacio y los cartelitos acrílicos de colores azulados que indican a donde se debe dirigir cada uno llevando sus pequeñas densidades de expectativa. Nos sentamos al lado de un fantasma que nos habla entre tantas arrugas que se parten parece que se fueran a partir y desparramarse sin hacer ruido al rebotar en el suelo. Solo mantiene la fortaleza y la convicción en unos grandes ojos verdes que nos gustan. 
 No sabés con qué se conecta todo esto. Y no te atreverías a mirar con fijeza esos ojos por miedo a ver una cara de abuela muerta. Y preguntás luego: es por los dólares, por los créditos para comprar vivienda o por los plazos fijos de los que la anciana fantasmal habla sin cesar. Así son las apariciones, en un cómodo asiento mullido sobre limpio piso de goma y esas empleadas de banco con sus piernas muy largas y sus blusas escotadas que hablan mucho por teléfono y piden café y medialunas. Es la propiedad son los plazos fijos, son las colas las esperas inútiles, los empleados que trabajan demasiado despacio y las jubilaciones que enternecen el aire por su fragilidad y desamparo y los reclamos y las orientaciones que revolotean como colibríes paranoicos hechos de papel madera, salidera y azar de ruleta y otros tantos desvíos de la ley y la urgencia. Esas y unas cuantas cosas más conectadas de cierta manera y las instituciones que albergan ciertos tópicos locos. Pero no los tópicos de un hospital que los hay, no los de una escuela que los hay, como dijiste antes, los aparecidos del banco son llamados por los humitos y los cactus mágicos del banco. Hacés un rollito y te fumás los dólares y la propiedad que está produciéndose en la imaginación y en el puro-maravilloso plano del deseo; y salís completamente embargado de todo eso y pensando que los fantasmas que se quedaron adentro -y no salieron a la calle porque adentro no los colmaban aún- ahora están tristes porque no tienen con quien hablar.

10 mayo, 2012

Vislumbre

 Antes podíamos ver el futuro y por eso estábamos tranquilos. Antes. Y ahora ya no podemos, solo una nube, a veces oscura-tenebrosa, otras veces indeterminada y echando lágrimas en todas direcciones. Abrumadora nube. A veces cuando queremos mediante gestos lentos e inhospitalarios querer volver a ver el futuro ustedes no lo permiten y entonces nos vamos quejosos y un poco más viejos. 
 Cuando ustedes ofrecen o demandan lo imposible ahí es cuando el tiempo se nubla. 
 Acaso quizá solo eso justifica el juramento del aceptar para toda la vida. Porque permite vislumbrar toda la eternidad la más pequeña y exquisita la de un individuo cualquiera. Es formidable y es cierto en definitiva que las mejores cosas no se compran con dinero, al menos aquellas que tranquilizan los afectos. No dudamos de lo bien que lo pasamos todos los días del fin de semana largo. Uno se ocupaba de podar y desparasitar sus plantas que no se acostumbran al invierno. Y luego limpiar el acuario, sacar los trocitos de valisnerias trozadas por los caracoles o las potentes patas de la rana. Siempre las flores gélidas de la montaña están amenazando con secarse si no las atendemos o ubicamos en los lugares más desconcertantes pero razonables. Mientras tanto siempre se trata de vislumbrar lo que vendrá o de estar imposibilitados y enfermos de hacerlo. Después... siempre el acecho de la absolutez, de márgenes sin nombre, de algo que poniendo todo en entredicho muestra que no hay ausencia más hospitalaria que la muerte, para los que se aman.

07 mayo, 2012

En la bandeja

 Siempre nos gusta ver que entre los analías, los juanitas, bernabé, e incluso algún que otro mensaje que nosotros mismos pudimos mandar a nosotros mismos oculto o copiado, equivocado, perdido, apurado... A la noche, terminando ya, con sueño, en puja constante con cierta desesperanza lo último que se pierde... Entonces, ver allí, entre las superficies blancas y la luz artificial, un mail de ustedes. Uno que reposa antes de perderse en otras pantallas, en otras ventanas abiertas o cerradas, ya leído pero entremezclado todavía entre otros mensajes que se intercalan y superponen entre solapas de solapas que no esperan nada. De los veinticinco que se muestran uno hay, uno que renueva el círculo de los otros dos mil setecientos sesenta y dos que no nos importan tanto sus presencias.