22 junio, 2013

El juramento

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 A la serie Game of Thrones no le faltan los golpes bajos, en general, esos raptos deslumbrantes de sanguinolencia que mantienen al televidente en vilo durante la casi hora completa que dura cada capítulo. Claro que al ser una serie como se suele decir de época o ambientada, la violencia cuasi gratuita parece encajar en la mayoría de los casos. O al menos los guionistas son hábiles estrategas al convencer al telespectador de que esto es así. Pero en el capítulo 9 de la tercera ese momento sorpresivo, vertiginoso en que la "buena familia" es asesinada y masacrado el ejército huargo se torna indigerible. Retengo el instante escalofriante en que se hace un silencio en exceso prolongado y una brisa helada recorre el salón lúgubre, húmedo de Walder Frey y el traidor descorre su traje y deja ver debajo de su manga la cota de malla protectora como diciendo: estoy preparado para la que se viene. Empiezan a llover flechas que más parecen dardos y vienen de todos lados -los músicos transmutan la escena- y todos los Stark van cayendo. La madera grasienta del piso no para de chupar sangre; y los tablones se tiñen y amoratan y la sangre se oscurece y los vestidos se encharcan como la panza de la joven esposa. Panza sembrada de cuchilladas. Y su carne o la carne de su hijo que es todavía indistinguible de su carne. Y el rey que se hace llamar, según sus adversarios, el joven lobo, se pone de pie con una o dos saetas que aletean todavía en sus omóplatos, después de acariciar por última vez a su mujer que yace, y tocar a su hijo que se ahoga sin saberlo en un promontorio caldoso de tripas deshechas. Le habla a la madre, la llama como diciéndole: esto ya está terminado; "Winter is Coming" no te acordás vieja? Fluchh! otra flecha lo atraviesa y cae, shhucc! una hoja de puñal recorre con automatismo el cuello de la Señora y cae. Esa es la música de la desgracia todo se va desplomando, los brazos cuelgan pesadamente, el entendimiento llega tarde siempre que la muerte lo toma por asalto y cada salida es bloqueada por un traidor que hasta hacía segundos era un sirviente.
 Y por qué tanta saña, tanto espíritu vengativo. Walder Frey ha gritado: a vos no te creo más nada con vos no hago nuevos pactos porque ustedes los Stark rompen los juramentos. Eso es verdad el joven lobo debía por juramento casarse con una de las poco agraciadas hijas de Walder Frey. En el trajín de la guerra y de las aventuras de los caminos conoce a una muchacha hermosa y se enamora; de sus senos bien puestos dirá Walder Frey. Y aquí es donde cae Hobbes que en el Leviatán capítulo XIV habla de los contratos y los pactos en un mundo que con seguridad ha de parecerse bastante al de los 7 reinos.
 A la pregunta de por qué la saña la necesidad de desquite de Walder Frey se me ocurren dos respuestas. La primera es la de tipo cálculo político-estratégico para ganar nuevos reacomodamientos en un mundo que está acéfalo y se resquebraja y reensambla constantemente. Se alía con los enemigos de una casa para aplastar a otra y obtener un reconocimiento que se traduce en tierras, bienes y tranquilidad para el futuro inmediato. La otra explicación es más hobbeseana en el sentido del capitulo 14 del Leviatán. Diría así, el joven lobo rompe arbitrariamente su juramento por lo tanto debe ser castigado. En Game of Thrones como en todo mundo antiguo y mítico hay un sentido fuerte de trascendencia pero lo interesante es que esa trascendencia es ambigua y diversa. Están los dioses viejos y los dioses nuevos. Vas a jurar por los nuevos por los viejos o por ambos? Este plano entremezclado, este manto de heterogeneidad hace que de pronto al romperse los acuerdos preexistentes todo se resuelva en la eventualidad de la lucha. Por dos motivos dice Hobbes que los hombres respetan sus propios juramentos. Primero porque temen el poder de los espíritus invisibles y segundo porque temen el poder de los hombres a quienes se perjudica con el incumplimiento. El primer poder es el que según Hobbes ejerce la presión más efectiva para contener las pasiones humanas egoístas por definición. Pero aquí todo se resuelve en la cruenta lucha, en la celada terrible a los Stark, dado que el plano trascendente se adormece con facilidad. Lo obvio es entonces que esto es el "estado de guerra" es decir el todos contra todos y, que todo valga, es lo que explica que un lord ofendido pueda sin remordimiento aparente masacrar a la buena gente de poniente porque no cumplió con lo pactado. Hobbes parece dar a entender por esto mismo que los pactos son débiles y siempre violables fuera de la sociedad civil. Solo jurar por Dios tiene cierto peso, cierta verosimilitud y así y todo el juramento en tanto acto que añade algo a la promesa de cumplir no añade nada. "Y no puede jurarse por cosa alguna si el que jura no piensa en Dios". Pero apenas más abajo agrega Hobbes: "De aquí se infiere que el juramento nada añade a la obligación. En efecto, cuando un pacto es legal, obliga ante los ojos de Dios, lo mismo sin juramento que con él: cuando es ilegal, no obliga en absoluto, aunque esté confirmado por un juramento".  
 Ver asesinar a todo un ejército y a sus líderes que son además lo más parecido a los buenos de la saga. No es eso exactamente lo que crea la impresión penetrante de la maldad operando. Sino la articulación de una escena que se regodea en un encadenamiento de actos injustos pero donde el último acto sella la injusticia y pasa todos los límites. Pues el viejo Walder Frey perdona y luego castiga. El pacto había sido roto por el joven lobo al casarse arbitrariamente con una mujer no hija de Walder. Después Walder Frey ofendido aceptó explicaciones y puso nuevas condiciones. En esa instancia perdona al joven lobo y con ello le devuelve el derecho que había sido cedido y que permanecía incumplido. Además, al celebrarse el nuevo acuerdo y hacerse efectivo este matrimonio entre una hija de Walder Frey y un tío del joven lobo, Walder frey queda obligado a realizar su parte; pues ambos habían de nuevo prometido y una de las partes ya estaba cumplida.
 Y, para sumar un aspecto más general, el antihospitalario Walder Frey comete con sus actos aberrantes la violación de las hobbeseanas sexta y séptima leyes naturales. De la 6° porque dice Hobbes en el capítulo 15 de la Parte I del Leviatán, "Que, dando garantía del tiempo futuro, deben ser perdonadas las ofensas pasadas de quienes, arrepintiéndose, deseen ser perdonados. Y de la 7°cuando señala "que en las venganzas los hombres no consideren la magnitud del mal pasado, sino la grandeza del bien venidero". Sexta y séptima ley se complementan en tanto destacan la importancia de suspender toda hostilidad si se abre la posibilidad de convenir una paz a mediano corto plazo. Lograr la paz. Porque tal como lo manda la ley fundamental de naturaleza se trata de buscar la paz y seguirla. En esa delgada e invisible línea divisoria entre la paz y la guerra, entre la quietud y el movimiento, entre la muerte natural y todas las otras. En ese horizonte hermenéutico que es seguir la paz se sigue todo lo demás.