31 mayo, 2018

DIVERSIDAD DE LO PERSONAL Y LO PÚBLICO EN UNA MUJER FANTÁSTICA (2017)



*****************************************************************************

Introducción
Marina Vidal una mujer de no más de treinta años, transgénero, mesera en un restaurante y cantante. En pareja con Orlando un hombre de unos sesenta años, propietario, clase media, divorciado o separado con hijos. De manera repentina Orlando muere y a partir de allí la historia muestra cómo Marina debe lidiar con esta situación. No la pérdida de su amor, eso es algo que el ritmo frenético de sus problemas no le deja casi experimentar. Debe hacer frente a los ataques y discriminaciones de la familia de Orlando. Las interpelaciones (persecuciones) policiales, médicas. Para decirlo rápido ella solo demanda poder participar del funeral de Orlando y heredar su perra. Como contrapartida solo recibe destrato y violencia. Por lo demás, el singular modo en que Marina Vidal se para frente a la vida, su vida y su lucha por ser reconocida, articula el potencial formidable de esta película[1].  

Identidades solas y acompañadas.
A partir de esta película intentaremos abordar la cuestión de la diversidad sexual deteniéndonos en las características propias de este material para pensar específicamente estos problemas de la identidad sexual y de género. Cuestiones tales como la igualdad. Quién tiene derecho a amar y ser amado, a circular libremente. En definitiva a vivir. Tal como lo encontramos en el cancionero Por ese palpitar[2]  esas identidades de la diversidad sexual hablan de su posición deseante, adoptan determinadas posturas críticas frente al modo en que el género interpela su ser subjetivo. Como dice Moris 1970[3]:
 El hombre tiene miedo de ver la verdad,
de ver que él era algo que no podía definir
de ver que al fin su sexo pudo ser o no ser
que no era absoluto, que podía ser la flor(…)
En la escena rockera de Argentina, en el último tercio del siglo veinte puntualmente, a medida que van pasando los años, ese modo de nombrar el deseo y la configuración identitaria se va haciendo más explícito. Al principio esos yoes discursivo-poéticos mantienen una actitud ambigua, permiten una interpretación más libre y se supone que en su expresión hay también algo de ponerse al resguardo de la mirada pública. Como en esta canción de Marilina Ross 1980[4]:
Me nació este amor, sin que me diera cuenta yo
 tal vez el miedo no dejó que apareciera.
Y creció este amor alimentándose en el sol
 de los amaneceres de Puerto Pollensa.
 Y no me animé a decirte nada
 pánico porque me rechazaras.(…)
Podemos ver otros ejemplos del cancionero Por ese palpitar, más contemporáneos y entonces observar cómo esas identidades se multiplican se diversifican se enriquecen y cobran fuerza desde lo declarativo. Afirmándose en su estar. Eso es lo que acontece en este film donde una mujer con una identidad distinta de la normativa de género femenina y masculina irrumpe en el espacio público. Circula por instituciones públicas, interactúa con funcionarios y personas de su entorno y podríamos decir que el espacio se ve por momentos conmocionado, si es que ella decide habitarlo en un sentido fuerte. Pareciera ser que en nuestro presente ciertas identidades de género pueden circular hasta cierto punto. Mientras la cosa va con total normalidad, pero en cuanto hay algún tipo de emergente ahí aparece la discriminación y el ataque. Agreguemos al pasar algo en relación al contexto de producción de este film. Opinamos que intenta documentar a partir de una historia de ficción una problemática candente en la sociedad chilena actual, pero que se puede hacer extensiva a muchas comunidades latinoamericanas. Sin entrar en el detalle de la legislación en materia de género actual de Chile, se hace patente que la evolución en materia de derechos para las minorías sexuales es, en la práctica, un recorrido lleno de escollos. La cotidianeidad y las relaciones de poder en las instituciones no acompañan siempre los cambios en las legislaciones. Un ejemplo en el film es la escena en el hospital, el dispositivo médico-policial no sabe ni quiere ni puede escuchar el nombre transgenérico. El médico se ofusca y pregunta si es un apodo que ese cuerpo sea nombrado ´Marina´. El policía apela a la nominación del aparato registrador y dice lo que es, es lo que está escrito en esta cédula.      
Un modo inmediatamente ordenador de los conflictos y secuencias de esta película es la noción de «sociedad patriarcal» tal como la caracterizan Tarducci y Zelarayán:
“Al orden social donde la diferencia sexual se transforma en desigualdad social se lo denomina patriarcado. Uno de los indicadores del patriarcado es la delimitación del campo social en dos zonas: una “esfera pública”, considerada dominio de los hombres, y un “ámbito privado”, propio de las mujeres.”[5]
Si bien aquí lo que se establece es la dicotomía básica entre lo que es del varón y lo que es de la mujer, podemos hacer extensiva esta distinción a la identidad femenina transgénero de Una mujer fantástica. Lo importante es ver que Marina puede transitar el ámbito privado de un modo distinto a cómo transita el ámbito público, allí es rechazada, echada, su vida corre peligro. Debemos aclarar que lo privado está asociado no solo a la casa, a lo más interior, lo que comúnmente se entiende como lo doméstico, sino a ciertas zonas de su vida que funcionan como territorios seguros de manera que allí ella no está sospechada, puesta en entredicho todo el tiempo. Su trabajo es un ejemplo; un bar donde su empleadora la conoce, hay allí un aire de desprejuicio evidente, cierta complicidad.
Querríamos argumentar que se torna realmente una curiosidad que ella no pueda habitar el mundo de los demás y su mundo personal del mismo modo si está sola que si está acompañada. Como si su identidad fallada o monstruosa[6] no pudiera prescindir de ser complementada por alguna identidad más ortodoxa, más normal. El paradigma sería el siguiente: cuando está acompañada de su pareja, un hombre de clase media, blanco y “heterosexual”, es decir, cuando está acompañada del representante del género hegemónico las cosas van bien para ella, puede estar. ¿Qué pasa cuando el referente-complemento ya no está? El cimiento de su mundo cede. No solo el estado con su carga de autoritarismo burda y la perversidad de sus funcionarios la sobrevuelan, sino personas que se sienten llamadas a defender los valores del género heteronormativo. En este sentido señalan Tarducci y Zelarayán:
“(…)la famosa frase “lo personal es político”(…), hace referencia a que el poder no solo está en las estructuras sociopolíticas tradicionales, sino también en los espacios de la intimidad, como el hogar, la familia, el amor, la sexualidad”.[7]     

Antígona y la vieja tensión entre lo familiar-personal y lo público-político.
La cuestión de la tensión que según nuestra interpretación del film se da en el ámbito de la vida personal de la protagonista produciéndose estas formas escindidas donde, como señalábamos antes, una vez que ese pilar complementario que es su pareja deja de estar  entonces su apoyatura, su cimiento, ya no la sostiene, la intentaremos enriquecer con algunos comentarios de la pensadora Judith Butler. Quien analiza la tragedia de Sófocles Antígona donde justamente interactúan alrededor de la figura identitaria tan compleja de la hija de Edipo el ámbito de lo familiar-personal contrapuesto al ámbito público. Algunos desarrollos que allí aparecen pueden aportarnos elementos para pensar la singularidad de esta película. La noción de rebelión en Antígona es central. Antígona es repelida y muerta por fuerzas normalizadoras que en su caso particular se remiten al orden de lo político-institucional. En el caso de Antígona la relación de tensión con el orden público se da a partir de la contradicción entre lo familiar, lo afectivo, el amor y lo que el estado le exige a Antígona como ciudadana. En el caso de Marina Vidal ella pasa a ser vista como potencial delincuente, sospechada y carente de condición de ciudadanía al no estar ya más acompañada en su ámbito personal por la normatividad de género que el estado reconoce como válida. Pero la normatividad de género es mucho más compleja que un poder de policía; funciona como un plexo de relaciones donde lo performativo del género, ese desempeñar papeles, ese actuar, implica que el control y la represión pueda ejercerla cualquiera. En Antígona un edicto oficial prohíbe –a todos- que la hermana despida al hermano muerto en el campo de batalla. Aquí en el film se trata del no reconocimiento de un cuerpo vivo, llamado Marina Vidal, por parte de cualquiera, en este caso la familia del difunto Orlando. Marina no puede participar del funeral, no está apta para que su cuerpo aparezca en ese ámbito familiar y público a la vez. Ella reclamará su derecho a despedirse del cuerpo de su compañero que ahora no es el cuerpo muerto repudiado como lo fue el de Polinices. Ahora el cuerpo repudiado es el de Marina y el cuerpo muerto es el cuerpo amado por cualquiera. Se le disculpan los deslices, las rarezas de género a ese cuerpo masculino en tanto ahora ya muerto vuelve a ser plenamente el cuerpo de un varón blanco, con dinero (patrimonio) y “heterosexual”.
Es sintomático como Marina es atacada en reiteradas oportunidades por las leyes del parentesco en nombre de la familia. La entrevista que tiene con Sonia la ex-mujer de Orlando lo ilustra:
Sonia: Bueno. Cualquier cosa yo solo te pido disculpas, yo solo estoy protegiendo a mis seres queridos… nada más. Tú no vas a ir a ningún funeral y a ningún velorio. ¿Entiendes? Ya no sé cómo explicártelo, ¿qué quieres que te diga? Daniel! No vas a ir al fu ne ral. Ni a ninguna parte. Por favor, déjanos llevar este duelo en familia! Como tiene que ser, no te aparezcas! Te lo pido como mamá. Y piensa que hay una familia completa, devastada, en shock! [Y remata] Me sacaría un pulmón si fuera necesario por mi hija.[8]
 Inversamente a Antígona quien se vuelve insociable en nombre de lo parental (y muere defendiendo esa verdad), Marina es sociable y canaliza su violencia interna solo puertas adentro. Hay en el personaje un deseo tapado de romper todo, de pasar por la picadora de sus puños la “maldad del mundo”. Pide que lo parental la reconozca porque poder participar de la relación familiar solo exige afecto. Mientras que la visión arcaica de la ex-esposa Sonia habla de sangre, maternidad, donación de órganos, sentidos que siempre se clausuran. Todas sus palabras son como escupitajos frente a la templanza del canto de Marina.
Es atacada en nombre de lo familiar eso está claro. Tal como siempre se ha visto por ejemplo la iglesia entiende que el homosexual es un riesgo para la familia; algo que podría corroer la idea sagrada de lo familiar. Es cierto que en el personaje de Marina se presenta algo que Butler comenta diciendo que lo simbólico; el legado edípico está en crisis en nuestros tiempos o desde hace ya tiempo y a algunos eso parece molestarles. La consecuencia de que eso simbólico se haya borroneado implica que la familia se haya dispersado que los lugares hayan quedado vacantes hayan sido desplazados y ocupados por nuevas figuras. Butler lo formula así:
 Si la estabilidad del lugar maternal no se puede asegurar, y tampoco la del paternal, ¿qué le pasa a Edipo y a la prohibición que defiende? ¿Qué ha engendrado Edipo?
Planteo esta pregunta, por supuesto, en un momento en el que la familia es idealizada nostálgicamente en diferentes formas culturales; una época en la que el Vaticano protesta contra la homosexualidad, no sólo acusándola de ser un ataque a la familia sino también a la noción misma de lo humano, donde ser humano, para alguna gente, implica participación en la familia, en su concepción normativa. Pregunto esto en un momento en el que los hijos e hijas, debido al divorcio y los segundos matrimonios. Debido a las migraciones, el exilio y situaciones de refugio, debido a diferentes tipos de movilidad global, pueden ir de una familia a otra, de una familia a ninguna familia, de ninguna familia a una familia o vivir, psíquicamente, en el cruce de la familia, en multi­ plicidad de situaciones familiares en las que puede haber más de una mujer que actúa como madre, más de un hombre que actúa como padre, o ningún padre, ninguna madre, ninguno de los dos, o con medio-hermanos que a la vez son amigos -éste es un momento en el que la familia es frágil, porosa y expansiva.[9]
Marina expresa por supuesto esta movilidad. Está en pareja con un hombre que le lleva unos treinta años, además su hermana y su cuñado son su familia pero a la vez interactúa con ellos como si fuesen sus amigos. Su profesor particular de canto es su referente artístico-afectivo, una mezcla de autoridad paternal una amistad en sentido amplio y profundo. Las cosas también se resitúan de un modo singular, si bien una perra no es una cosa es cierto que las personas tenemos una relación de propiedad con las mascotas.  En este sentido, Marina reclama a la perra de su pareja fallecida como si reclamara el bien más preciado; como si se tratara de joyas, dólares o una finca.   
Hay identidades que por ser portadoras de un carácter tan subversivo deben ser relegadas a lo interior. Si bien lo femenino es históricamente aquello que encuentra su pertenencía en lo interior, también es un dato que al menos en el mundo occidental desde el siglo veinte esto se ha transformado. Podríamos decir que las reivindicaciones de las sufragistas a principios del siglo veinte son conquistas en la actualidad. Pero en el caso de una identidad transgénero se la conmina a Marina por así decir a guardarse, a alejarse de lo público. Como señalamos antes, el papel de policía de género lo cumple cualquiera porque el género captura las subjetividades y las hace actuar, por eso aquí se ve a varias mujeres siendo portavoz del orden patriarcal concentrado.
Para cerrar, podríamos preguntarnos: ¿por qué aún hoy hay ciertos cuerpos que no pueden ser leídos, reconocidos y por lo tanto aceptados? ¿Cómo se pueden producir las condiciones para que cuerpos diversos se tornen inteligibles?[10] Ser un cuerpo ininteligible es como en la escena en el estacionamiento en que otra vez Sonia le dice a Marina, tú para mí eres una “quimera”[11]. Es decir un tipo de entidad que este personaje Sonia no puede llegar a categorizar como real; su ética no es lo suficientemente elástica como para dar cuenta de que Marina sea mujer y persona.  





[1] Ver de DIOS, LARRAÍN, MAZA, LELIO (Productores) LELIO S. (Director) (2017) Una mujer fantástica. Chile. Fábula Prod.
[2] Por ese palpitar. Canciones para un deseo mutable. Ministerio de Cultura. Presidencia de la Nación. Instituto Nacional de la Música. Asterisco-Festival Internacional de Cine LGBTIQ. C.A.B.A. 2016
[3] Ver Opus Cit. pp. 15,16.
[4] Ver Opus Cit. p. 17.
[5] Ver TARDUCCI M. ZELARAYÁN M. “Nuevas historias: géneros, convenciones e instituciones”. pp.  6,7.
[6] En la línea de Susy Shock cuando dice: ”Yo, perra en celo de mi sueño rojo Yo, reivindico mi derecho a ser un monstruo Ni varón ni mujer ni XXI ni H2o Yo monstruo de mi deseo”(…) Yo del poemario Trans-Pirado, Ediciones Nuevos Tiempos, 2011. 
[7] Ver TARDUCCI y ZELARAYÁN, Ídem, p. 8.
[8]Ver de DIOS, LARRAÍN, MAZA, LELIO (Productores) LELIO S. (Director) (2017) Una mujer fantástica. Chile. Fábula Prod. 00:48`:45``
[9] Ver BUTLER, J, El grito de Antígona, Trad. Esther Oliver. El Roure Editorial. Barcelona. 2001. pp. 40 y 41.
[10] Ver BUTLER, Ídem, p.37.
[11] Ver de DIOS, LARRAÍN, MAZA, LELIO, Ídem, 00:46`:30``.

13 mayo, 2018

Viaje al campo

 Entre el polvo que se levanta en la tarde y que flotando luego se adhiere a la piel me quedo pensando o deseando más bien que sería óptimo ya no tener incursiones de miedo. En eso tiene razón Philipe cuando me dice que no tengo que tener miedo y casi impertinentemente me insta a que de lo contrario me compre un auto. Río como diciendo que para él todo parece ser muy simple, y entro. Sin embargo tengo que asumir, porque no me queda otra, que en este viaje al campo que hice ayer, y aún, no puedo explicarme cómo estoy acá. Pues si estoy contándolo... es porque retorné. Polvo y más polvo. Tan fina capa que se levantaba con mínimas ráfagas, un polvillo rojizo que se mezclaba con la transpiración, este polvillo entra por las fosas nasales y se queda adherido a las paredes tanto a las externas como a las internas.
 No sé por qué todos los cuerpos, es como que se me vienen encima. Cierta hostilidad en el ambiente. Más tarde me preguntaré si estas alucinaciones se explican porque estuve viajando en un colectivo urbano y subió una pordiosera con rastas que balbucea una mezcla de portuñón y árabe. Algo inventado. Algo sin entidad alguna. (A propósito describir esas rastas mezcla de varios reinos biológicos me llevaría tiempo). Esto fue en Parque de los Patricios, en el barrio, la mujer con una especie de gamulán de corderoy blancuzco que alguna vez fue una prenda, se abalanzaba y te tiraba literalmente un trocito de papel de revista en el regazo. La miré. Comenzó a sermonearme en su lengua inútil, voce un coracao quebra de coracao eisana si quirana... y cosas por el estilo. Ahora hago un Faraday, y me voy del otro lado. Todo se parece bastante a la invasión zombie, en el furgón se te echan encima parece como que babearan, vociferando. Al llegar al último pueblo me relajo, pero la casi alegría que siento se termina rápido cuando apenas descendido del tren puedo saber que no hay más cómo retornar, por lo menos hasta el día siguiente. 
El tren atraviesa el centro del pueblo, en las esquinas hay rastros de macumba. El tren atraviesa habitaciones, una tras otra como un túnel interminable. `Exceso` en ese momento me parece que se define así: Dícese de una fiesta de cadetes de la policía federal. Todo ha terminado y se ven las manchas de grasa en el piso. El interior de las habitaciones sigue su desfile frenético siluetas y más siluetas. La velocidad ilustrada en las revistas especializadas de la década del 90 que siempre decían: la velocidad es ver pasar lo que está al costado de las autopistas. Pero para mi caso es solo el tren que va por el interior.