09 marzo, 2020

VANGUARDIA SOVIÉTICA Y DESCIFRAMIENTO DEL MUNDO SOCIAL


Nos dice Calinescu que los primeros usos del término vanguardia en un sentido aproximado a lo que se entiende por arte de vanguardia estarán insertos en el ambiente de ideas del socialismo utópico sainsimoniano en las primeras décadas del s. XIX. 
Por otra parte, en el caso de la vanguardia soviética allí se despeja la tensión entre lo estético y lo político típica del resto de vanguardias históricas. Pues para los siguientes dos planteos la vanguardia soviética tiene una respuesta clara y concisa. 1) ¿Para qué serviría una vanguardia que no sigue un lineamiento político revolucionario? 2) ¿No se diluiría la esfera del arte en la adecuación a un ideario político concreto? Intentaremos en líneas sucesivas ir desarrollando estos interrogantes que señalan problemas ya clásicos al tratar el tema de arte y vanguardia. De alguna manera podríamos afirmar que la vanguardia soviética es la más coherente y consecuente de las formas de vanguardia artística ya que se mantiene fiel al sentido original del término vanguardia (avant-garde) que tuvo que ver con un fenómeno más político y social que estético.[1] O al menos esos adelantados, esos que veían algo nuevo para su tiempo actual lo hacían ya siempre bajo un ideario de ideas políticas transformadoras. Es decir se pensaba para el arte desde la política y así se le daba una vía de sentido al arte. Quiere decir que estos precursores de las vanguardias históricas de la primera mitad del siglo XIX están planteando un arte vanguardista que no puede separarse de un proyecto de sociedad determinado.[2] El problema es que en muchos casos ese llamado proyecto social en el cual se inscribe ese supuesto arte puede ser la anarquía. Puede ser una política de la desautorización radical y por eso persistirá siempre la tensión según la cual el arte vanguardista no logrará hacer su propio reconocimiento si carece de ese gesto de combate hacia todo lo instituido. Como si fuese impensable que el arte vanguardista pueda convivir en un marco de actividad normal de las instituciones que acogen al arte.  La vanguardia soviética no alimenta tal paradoja porque el arte es una disciplina de la vida social. En todo caso podríamos decir que Lenin vio este problema y rápidamente hizo un llamado para que las formas artísticas que proliferaban en la Rusia de los años 20 fueran asumidas en el seno del Partido. No se conjuraba la autonomía del arte sino que se atendía un emergente; la revolución en un país como Rusia era algo verdaderamente tan inestable que sujetar a las vanguardias artísticas parecía de enorme importancia. Entre los años 20 y 21 se va interrumpiendo este proceso de máxima independencia del trabajo y la organización de los artistas para pasar a ser controlados por el Partido. Lenin consideró que las vanguardias artísticas debían estar en una sintonía temporal con lo que se estaba viviendo y responder a las urgencias. No tenía sentido que hubiese una elite a quien las masas pudieran seguir o tomar como referentes culturales en un cuadro de extremo analfabetismo, sin formación técnica ni política. Este pasaje de Buck-Morss resulta iluminador y conclusivo: «Pero la práctica artística ya no podía intentar perturbar el continuum de la historia tal como la definía y dirigía el partido. No podía cuestionar la temporalidad de la revolución política que, como locomotora del progreso histórico, confería al partido el poder soberano para forzar la conformidad de la masa en nombre de la historia. De ahí la oportunidad perdida: la interrupción temporal de la práctica vanguardista podría haber continuado funcionando como una crítica al progreso de la historia después de la Revolución. Se convirtió, por el contrario, en sirviente de una vanguardia política que tenía un monopolio sobre el significado del tiempo, una interpretación cosmológica de la historia que legitimaba el uso de la violencia contra todas aquellas visiones opuestas a la transformación social.[3] Podríamos decir que hay una matriz en el pensamiento soviético que implica el movimiento de vanguardia. Es decir que se dé el fenómeno de unos que están adelantados orientando. Algunos reordenamientos teóricos plantean que la vanguardia era una y muy posteriormente en la década del 60 los críticos establecen las dos esferas: una vanguardia artística que viene produciendo arte desde antes del 17 y una vanguardia política que tradicionalmente es lo que se entiende por avant-garde pero siempre con una vinculación hacia lo artístico. Por fin lo político-partidario encierra a lo artístico. Es previsible que con la lente teórica de la distinción entre arte y política se pudiera leer esa separación que en la vida político-institucional de los años 20 no estaba. Lo que le da una especial complejidad a este proceso es que no se trató de neutralizar la labor artística sino todo lo contrario, Lenin concibió que en la fundamentación de este tiempo cosmológico revolucionario la labor de los artistas era de suma importancia, pues tenía que ver con el hacer revolucionario.  Esta vanguardia rusa en verdad se proyectó a un trabajo que da cuenta del sentido más profundo en el que puede ser entendida una vanguardia artística. Pues no era solo tener una intención vanguardista, sino crear modos de experimentar y vivir nuevos.[4] Nunca en la historia del arte se ha presentado una vanguardia que atraviese lo real con este “poder cognitivo”[5] y que lo imaginativo esté tan fuertemente unido a lo político. Además en estas concepciones de la vanguardia aparece algo muy interesante sobre todo en el marco de ideas propias de la modernidad como ser la idea de revolución, la idea de progreso, la idea de igualdad. Este replantearse si se puede vivir de otro modo, algo muy a tono con los tiempos actuales. Pero una sospecha que para los modernos en general ha pasado sin ser un problema, por ejemplo la relación con el medio ambiente, si acaso es posible que el sujeto humano no destruya o deprede para poder vivir. En muchas obras de este período hay una sospecha y una crítica a este signo moderno que es confrontar lo natural extinguiéndolo. Proyectos antiurbanistas, centros experimentales que pensaban la posibilidad de energías alternativas no contaminantes, como el uso de los vientos. La posibilidad de transformar Moscú en una Ciudad Verde.[6] El antiurbanismo supone ciudades cuyo urbanismo esté sugerido por la naturaleza y que no se plateen como opuestas a lo rural. También por una cuestión de distribución de recursos –más justa-  entre ciudad capital y provincias. La idea principal es no construir grandes ciudades capitales. Estos proyectos nunca prosperaron. Moisei Ginzburg[7] y Vladímir Tatlin[8] son algunos de los nombres destacados de estos visionarios. Tatlin entre otras cosas diseñó el Letatlin, la bicicleta aérea concebida como objeto anticapitalista por su bajo impacto ambiental y menor costo de producción y antiestadounidense pues plantea una movilidad capaz de prescindir de rutas de pavimento y combustible fósil.  
Podríamos trazar la oposición entre la vida cultural revolucionaria donde los modos vanguardistas dialogan, se critican y reconfiguran y el régimen que solo busca herramientas para sostener su propia legitimación.[9] La vida cultural tenía este carácter de combate.[10] En un film como Cine-ojo[11] del año 1924. Allí se ve a la infancia cruzada por múltiples modos de organización con sesgo militar. Analogía entre avant garde y pioneros. Vanguardia como combatientes de primera línea en el campo de batalla y vanguardia como los jóvenes adelantados sostén y futuro de la revolución socialista. La vanguardia soviética no parece percibir en la disciplina un asomo de conformismo sino que la disciplina es lo que nos pone a resguardo del enemigo. Cine-ojo es un discurrir heteróclito de organización y espontaneidad. Vemos allí una incursión en marchas militares acompañadas de una música que puede pasar de la rigidez a la desmesura. Danzas que recuerdan a melodías callejeras de los Balcanes, asomos de fiestas populares y actividades proselitistas o formativas en los principios de la economía social.
 Como ya se señaló el arte solo no puede ser vanguardista, lo es si actúa en el marco del partido.[12] Tal vez deberíamos considerar estas capas negadoras que varían según los tiempos históricos que se ponen en consideración. En la vanguardia soviética hablamos de negadores en un mundo donde existe un proyecto social que niega el tiempo presente.[13]  Hay una serie de cuestiones que podemos dejar planteadas como problemas pero que en verdad creemos que no serían problemas conceptualmente relevantes para la vanguardia soviética. Por ejemplo, las vanguardias se han caracterizado por el hecho de ser efímeras. Pero a qué atribuir esa corta vida. Por un lado se podría decir que la época las ha empujado a esfumarse pero como un objeto más de los tiempos modernos. Otra cuestión sería decir que no pueden superar ese carácter crítico de ponerse al margen del mundo capitalista sin dejar de ser reabsorbidas como una mercancía más. En este sentido la vanguardia soviética despeja el panorama pues señala desde el vamos que una vanguardia puramente estética está condenada al fracaso.[14] Existen una serie de atrofias que son consustanciales a la sociedad de mercado pero aniquilan el carácter negacionista de la vanguardia. Podemos mencionar el consumo y la moda. Además durante el siglo XX,  una centralidad, capaz de aglutinar sentido y dirimir criterios instituidos estéticos ha tendido a desaparecer –esto abogaría por una causa hacia adentro de la desaparición firmada de toda vanguardia- y nada indica con imparcialidad qué es vanguardia, todo se vuelve vanguardia y por lo tanto nada es vanguardia.[15] El móvil de toda vanguardia es la destrucción y en este caso sabemos que la vanguardia soviética no abandona ese gesto. Otro rasgo compartido es el antielitismo que en este caso está inmerso en un clima de demanda social de igualdad universal y libertad. Las corrientes artísticas continentales tienen la peculiaridad de que se resignifican en Rusia con el componente de la revolución social, de manera que el izquierdismo[16] si bien materializaría las demandas de expansión y acceso tornaría en una nueva complejidad que resulta del atraso. Pues las masas de este país no son por otra parte urbanas sino sobre todo campesinas. Este es un problema-núcleo central de preocupación en los autores de la vanguardia soviética. Cómo debe ser el arte en esta sociedad, cómo interpelan los artistas a las masas de este mundo nuevo.  
Retomaremos una cuestión destacada de esta vanguardia y es el significativo dato histórico de que el movimiento artístico comenzó sus trabajos e intervenciones antes del año 17. O sea que como arte revolucionario es previo a la revolución bolchevique. Insertos en una sociedad que dramatizaba fundamentalmente todo aquello que tenía que ver con los horizontes de tiempo, los artistas fueron auténticos videntes. Por lo tanto tenemos esta confluencia entre arte y presagio. Una labor que los poetas siempre han gustado adjudicarse. Presagio de lo nuevo y flecha de conquista dirigida al futuro como objetivo esclarecido.[17] En este sentido se nos presenta una duda en relación a la función del arte. ¿Puede presentarse como un tipo de actividad que hoy podríamos emparentar con los medios de comunicación? ¿Es decir lo que harían sería legitimar un ordenamiento social y determinada jerarquización de intereses para el cotidiano social? ¿Significaría esto volcarse a una caracterización de las producciones artísticas que nos adelantaría hacia una etapa posterior, pos años veinte más signada por el aplastamiento stalinista? En sus diarios de trabajo Vértov hace varios señalamientos que parecen apoyar esta postura del arte como mediador para asentar el credo de la auténtica cultura proletaria en las conciencias. Sin embargo una lectura con mayor proyección “cosmológica” señalaría una labor no tanto documentativa (¿legitimante?) sino constructiva. El arte apuntando su arco futurista se plantea la realización de lo revolucionario, en un sentido que por supuesto va más allá de lo estético. El arte tanto como la política parecerían funcionar en espejo en la medida en que ambas esferas aluden a una apropiación del significado de tiempo revolucionario.[18] Política y cultura eran dos caras de la misma moneda.[19] Por eso en todo caso la vanguardia artística tiene un papel de fundamentación cuasimetafísica, debe ser la mostración en el terreno de la cultura del tiempo cosmológico de la vanguardia política. Tiene que salir de ese tradicional lugar de margen en el movimiento de la historia para colocarse como cabeza. Una de las consecuencias de esta evolución de la vanguardia artística fue el abandono del distanciamiento.[20] Entendiendo que el arte nada tiene que ver con el talento, la inspiración, la educación elitista y no está circunscripto en una espacialidad distinta del funcionamiento general de la comunidad. Por eso el pensamiento artístico se vuelve algo integral, una mirada que explora todos los desarrollos técnicos en la medida que en el humano la técnica está ligada a la vida misma. Como ejemplos podemos citar la Ciudad Verde de Melnikov.[21] Este proyecto está vinculado a la necesidad de esparcimiento del trabajador, hacia 1929 la línea que se baja a las fábricas es la de maximizar la producción hasta el tope. Se proponen modalidades de competición entre fábricas para motivar a los obreros a producir a destajo. Premios en dinero o productos de lujo codiciados en aquel entonces como una motocicleta son algunas de las posibilidades a las que acceden los “superobreros”. En este orden de cosas la propuesta de Melnikov[22] llamada Laboratorio del Sueño supone una variedad de actividades relacionadas con el oseo y el descanso que son muy novedosas. De todas formas hay una intención de no quedarse en lo que sería mera recreación sino que implica una armoniosa manera de estar y recuperar fuerzas. Ya sea por los paseos en contacto con animales y flora, los descansos, las curas de sueño y las tomas de sol. Cada espacio está diseñado para ser una experiencia de descanso peculiar que implica aprendizaje y experimentación. La técnica no aparece al servicio de la explotación y el usufructo sino problematizando la relación de la humanidad y la naturaleza en el sentido de la ecuación benjaminiana entre educación-generación y técnica.[23]  Así pues dentro de lo que es el proyecto de la modernidad la vanguardia plantea cierta fisura reflexiva que cuestiona la relación con el entorno natural. Algo frente a lo cual la lógica capitalista ha dejado una suerte de agujero negro. Al menos la vanguardia ha abierto como problema esta relación del humano con la naturaleza pretendiendo hacerse cargo de la mecánica de ser una simple subjetividad apropiante y explotante.[24]  Característico de toda vanguardia es plantearse un enemigo al que se debe destruir, pero lo que hace en particular interesante a la vanguardia soviética es cómo su modo de pensamiento excede el plano del arte. Había que plantear una nueva sensibilidad y modo de vinculación del humano con la naturaleza y con la máquina.[25] Otras vanguardias no han precisado o sido capaces de plantear la relación arte-vida en un sentido tan profundo. No se trata solo de cambios en la mirada es algo que va más allá de lo intelectual y tiene que ver con cómo la gente piensa y vive. Benjamin habló al retratar sus impresiones sobre la vida en la URSS, según nos dice Buck-Morss, de «experimentación asombrosa que caracterizaba a la vida cotidiana».[26] La pregunta que cabría hacerse es si se puede identificar una línea de quiebre que señalaría el término y/o agotamiento de estas características que vamos mencionando. ¿Se habla de una fecha de un momento en que la vanguardia artística ya es otra cosa y ello se puede en efecto datar? Tomando propiamente como objeto de análisis a lo que se llama desde los años 60 “vanguardia soviética” tenemos dos posturas principales. Esto que es por supuesto una simple aproximación a un problema con múltiples aristas lo encontramos en señalamientos complementarios que hace Susan Buck-Morss en Mundo soñado y catástrofe. La autora distingue –estas nociones así dichas no aparecen en su trabajo-  una “postura dura” y una “postura flexible” que es la suya propia. En la dura indica que la vanguardia rusa termina con la guerra civil hacia el año 22. No hay término medio ni alguna clase de paulatino agotamiento en las prácticas artísticas, pues estos críticos (ejemplo Renato Poggioli) consideran incompatible el carácter vanguardista con una sociedad colectivista. La postura más flexible considera que los artistas pudieron haberse planteado un horizonte de tiempo heterogéneo, es decir salirse o no ser permeables a los movimientos hegemonizantes de la política. La cosmología política bolchevique los empujo hacia un lugar de pasividad y los consumió. Naturalmente estamos refiriéndonos a un período en el cual las persecuciones y la violencia del estado totalitario aún no son el pan cotidiano.[27]
Por lo pronto sabemos que los tiempos del apogeo stalinista caracterizados por una cultura de la inmovilidad niegan la posibilidad de supervivencia de un proyecto como éste. Papernyi[28] ha identificado, según nos dice Buck-Morss, una dicotomía-ironía donde diferencia la cultura soviética como movilidad y la cultura del tiempo de Stalin donde hasta los cosmonautas quedan pegados a la tierra.[29] A esto último Papernyi lo llama La Cultura Dos cuyas notas son la enormidad, el arraigo, lo patriótico, lo permanente, la jerarquía, la centralización.[30] En el año 27 Benjamin visitó Rusia durante casi dos meses, sus escritos están centrados  en retratar la relación con sus amigos Bernhard Reich y Asia Lacis, quien al parecer fue uno de sus grandes amores. Se detiene por lo regular en observaciones sobre la convivencia con Reich y Asia, para dar cuenta de esa relación amorosa fallida que lo atormenta. Sus impresiones de la ciudad y su gente, el clima es un tema ineludible. Allí comenta lo siguiente acerca de la situación del Partido y las posibilidades para los artistas: «Su tema permanente [se refiere a su amigo Reich] es el giro reaccionario del Partido desde el punto de vista cultural. A los movimientos de izquierda, utilizados en los tiempos del comunismo de guerra, se les da completamente de lado.»[31] En sus diarios Benjamin nunca hace un desarrollo explícito o sale a denunciar -menos que menos- una situación cultural en debacle o en un estado de censura permanente. Cuando leemos sus diarios nos da sobre todo la impresión de que Moscú es una ciudad culturalmente floreciente en obras, donde hay que correr para poder conseguir entradas, donde las oportunidades para visitar museos se multiplican. Sin embargo a pesar de ser mordaz en sus críticas a las obras teatrales que frecuenta, Benjamin sugiere cierta mecánica que va ganando los modos de formar, como si algo se fuera apagando irremediablemente, algo que creemos debe ser ese fuego del devenir revolucionario. Al respecto señala Benjamin: «En las conversaciones con Reich he ido exponiendo las disparidades que presenta actualmente la situación rusa. Hacia el exterior, el Gobierno busca la paz para firmar tratados comerciales con los estados imperialistas; pero ante todo trata de suspender en el interior la actividad del comunismo militante, empeñándose en lograr una paz social a plazo fijo, en despolitizar la vida burguesa en la medida de lo posible[32]. Por otra parte, en el Komsomolz[33], se da a la juventud una educación «revolucionaria». Lo cual significa que lo revolucionario no les llega como experiencia, sino en forma de consignas. Se intenta suprimir la dinámica del proceso revolucionario dentro de la vida estatal: queriendo o sin querer, se ha iniciado la restauración, pero tratan de almacenar en la juventud la desacreditada energía revolucionaria como energía eléctrica dentro de una pila».[34] Da toda la impresión de que Benjamin es un total insatisfecho de la cultura soviética al punto de ya tan tempranamente ser insistente en que se opera una restauración, sin agregar demasiados detalles al respecto. Señala la falta de información del mundo no ruso o en su defecto que todo lo que llega sea filtrado por el Partido.[35] Para nosotros lo más destacable sería poder inscribir ese posible diagnóstico político-cultural que Benjamin va dejando deslizar a lo largo de las semanas de estadía en Moscú. El devenir de la vida partidaria identificada con el funcionamiento del estado mismo está en el centro de sus observaciones. La tensión creciente con la oposición partidaria y su inminente expulsión del Partido, la rápida desaparición de los artistas como referentes de la cultura, como portadores de un saber revolucionario. «Reich me volvió a preguntar sobre el artículo sobre el humanismo, y yo le expliqué el por qué, en mi opinión, con la victoria propiamente dicha de la burguesía y el derrumbamiento de la posición de los literatos coincida también la separación de estos dos tipos que en otro tiempo formaron una unidad(…) Hay que insistir en que, en el tiempo en que se estaba gestando la revolución, los literatos más influyentes fueron, al menos, en la misma proporción eruditos y escritores. Sí, e incluso es probable que fuesen los eruditos quienes tuvieran un papel preponderante».[36] Estos pasajes parecen tener la importancia de este olfato benjaminiano que tempranamente apunta –sin explicitarlo- una escisión de este funcionar en paralelo de la política y el arte, pues fue primero la vanguardia política quien abandonó este objetivo de imaginar un mundo humano desafiante de los lineamientos rectores de la modernidad y su particular modo de entender lo tecnocientífico.[37]
Evidentemente cierta conjugación entre sueño, imaginación y productividad han hecho de la vanguardia artística algo más visionario y poderoso en términos de temporalidad. Por algo Lenin los quiso nombrar “futuristas”.[38] Y así mismo no dudo en asignar a las posturas vanguardistas una misión. Sobre el cine Lenin declaró que era el arte más importante, y no sería muy arriesgado asumir que se refería otra vez a una cierta perforación del horizonte de tiempo.[39] Allí donde la política fue incapaz para reinventarse el arte sí pudo estar a la altura y maniobrar. Un ejemplo de esto podría ser el caso de la conmemoración del tercer aniversario de Octubre. Se planificó un gigantesco teatro callejero que pondría en escena los momentos de mayor intensidad de las jornadas revolucionarias y la toma del poder. Pero las autoridades partidarias experimentaban zozobra al ver que las masas tenían intervenciones que desbordaban la idea de lo conmemorativo. La efusividad era tal que podía verse neutralizado el estatuto mismo de la idea de representación de un hecho de la memoria colectiva. El cine entonces resolvió este dilema de que las masas pudieran ser protagonistas en una situación controlada. Y que al menos para aquellos que pensaban con las imágenes no carecía en ninguna medida de la idea de futuridad.[40] Vértov es emblemático en cuanto a pensar este problema, y no solo por haber sido realizador de obras que como Octubre o Tres Cantos a Lenin abordan esto mismo. También porque él hace el trabajo crítico sobre las imágenes, permanentemente está pensando el dispositivo, él hablará de la inscripción, no es exactamente una historización, ni una educación, menos un entretenimiento y no lo llamaríamos mero adoctrinamiento. Es una organización de los contenidos de la vida para poder sobrellevarla ya que se trata de una transición, allí va apareciendo un horizonte, una gigantesca e innombrable expectación. Cómo vivir, cómo asimilar y atravesar este proceso de cambio monstruoso: «Camaradas, les hablo en nombre del grupo de los Kinoks. Como la mayoría de ustedes lo sabe, este grupo no une su existencia ni su trabajo a lo que se llama el “arte”. Nos dedicamos directamente al estudio de los fenómenos vivos que nos rodean.(…) El tema mismo del debate de hoy: “El arte y la vida cotidiana”, nos interesa menos, por ejemplo, que el tema “La vida cotidiana y su organización”(…) Ver y oír la vida, observar sus meandros y desvíos, sorprender el crujido de los viejos huesos de lo cotidiano bajo el rodillo compresor de la Revolución, seguir el crecimiento del joven organismo soviético, fijar y organizar cada fenómeno vivo característico en una suma, en un extracto, en una conclusión, ésta es nuestra tarea más inmediata. Es una tarea de una colosal importancia, que dista mucho de ser solo experimental. Es una verificación general de toda nuestra época de transición y al mismo tiempo una verificación en la base, en las masas, de cada decreto o decisión en particular.»[41]
El tema de fondo seguirá siendo siempre el mismo. Cómo hacerse cargo de esta entidad que la modernidad ha creado y que en el siglo veinte no es siquiera una realidad sino una criticidad inabarcable: las masas. Susan Buck-Morss cita a Benjamin quien aprecia este potencial de la imagen fílmica: «Ningún otro medio es capaz de transmitir este colectivo turbulento».[42]               
Un arte para las masas. ¿Qué quiere decir cosa semejante?  Antes de indagar un poco más sobre las búsquedas de Vértov podemos presentar la manera en que se articula el pensamiento de la técnica y el estatuto de las diferentes artes. Las nuevas tecnologías presentándose para ser utilizadas en pos de redimensionar el proyecto cultural que implicaba la revolución. Trotsky no llego a hacerse un lugar para analizar de manera sistemática la cuestión del cine, algunos creen que cuando el cine soviético estaba despegando Trotsky comenzaba a ser perseguido y lo sería cada vez más enconadamente por el stalinismo. Frente a la típica idea vanguardista que dice rompamos con el pasado, la pregunta de Trotsky sería: ¿Las masas deberían romper con la tradición literaria burguesa? Se refiere a los futuristas y se pregunta cuando estos llaman a deshacerse de Pushkin, por ejemplo, ¿cuál es la finalidad? Debería ser, para los futuristas, superarlo o desdecirse de la pertenencia a los círculos artísticos identificados con las viejas castas artísticas, pero no se puede proponerle al proletariado romper cadenas con algo que estos desconocen.[43] Eso es opina el creador del ejército Rojo “el nihilismo propio de la bohemia”, se puede y es necesario hacer una suerte de síntesis entre tradición y revolución. Otras ideas que Trotsky plantea sobre un arte masivo las explica a través de la noción de nuevo estilo y el debatido problema de arte-vida. No estamos preparados aún para que el arte muestre su máxima expresión en lo cotidiano de ahí que no esté de acuerdo con el llamado a desterrar cualquier forma artística que reniegue poner en primer plano la fusión arte-vida. Este programa extremo y falto de ojo histórico dice supone renunciar hoy mismo al “caballete” en pintura, los actores ya no deben representar nada, las letras no deben crear metáforas ni nada figurativo. No caben dudas de que con estas críticas al grupo LEF Trotsky le está bajando el estatuto de lo cotidiano a un planteo como el de Vértov. Dice Trotsky: «El arte –nos dicen- no es un espejo, sino un martillo: no refleja, sino que transforma. Pero en la actualidad se aprende y se enseña a dominar el martillo con ayuda del “espejo”(…) La fotografía y la cinematografía, justamente gracias a su carácter figurativo exacto y pasivo, se convierten en un poderoso medio educativo en el ámbito laboral.»[44] La noción de nuevo estilo se refiere sobre todo a la arquitectura y allí la crítica de Trotsky quizá recupera una idea de cotidianidad revitalizándola ya que los diseños y proyectos deben ser inspirados, si vale la expresión, en las posibilidades económicas, la disponibilidad de los materiales y la necesidad de un uso impersonal. Estaciones de subterráneo en vez de palacios, puentes metálicos y casas comunales en vez de templos o castillos. El estilo no es algo prefigurado, eso sería idealismo, es decir creer que a la naturaleza propia de la clase trabajadora se corresponden determinadas obras arquitectónicas.[45]
Las diferentes voces de artistas y referentes culturales de la URSS que aquí destacamos tienen la característica de la coherencia en el sentido de que abordan y juzgan como relevante cuestiones equiparables. Es cierto que las perspectivas que adoptan ya sea por diferentes áreas de trabajo crean distancias, Vértov tiene como hombre del cine apreciaciones contrastantes. Por supuesto como artista de una actividad que está floreciendo el problema técnico es central. Punto inicial y momento inaugural de cualquier especulación estética. Cuando comenta sus inicios a las actividades del cine Vértov anota: «Mientras camino pienso: de una vez por todas tengo que encontrar un aparato que no describa sino inscriba, fotografíe esos sonidos. Si no, imposible organizarlos, montarlos. Huyen como huye el tiempo. ¿Una cámara, quizás? Inscribir lo que se vio… Organizar un universo no audible sino visible. ¿Quizás es esa la solución?...»[46] La solución de la que habla Vértov no parece agotarse en un problema técnico si bien se inicia con una búsqueda técnica. Luego hay una instancia de uso, una perspectiva para esa técnica que es resultado de un momento del pensamiento artístico. «El “Cine-Ojo”, confluencia de la ciencia y de las actualidades cinematográficas, con el objeto de luchar por el desciframiento comunista del mundo; tentativa de mostrar la verdad en la pantalla mediante la Cine-Verdad».[47]  Por momentos el arte parece transformarse en un protocolo de protección para los oprimidos del mundo frente al hecho de que la técnica en manos del capital es un potente instrumento para ejercer la dominación y el control. Las salas de cine causan envenenamiento, embriaguez, hipnosis, embrujo. «Nuestra tarea esencial y nuestro programa es ayudar a cada oprimido en particular y al proletariado en general en su ardiente aspiración a ver claro en los fenómenos vivos que nos rodean».[48] Nos gustaría destacar la siguiente preocupación que está vinculada con la cuestión de la producción de arte, las técnicas, y aquellos modos artísticos que la vanguardia revolucionaria debe combatir. El cine debe producir un lenguaje propio. No es una continuación de otras artes, no se rige por las reglas de la producción literaria ni de la producción teatral, por eso no toma de allí sus materiales ni hace readaptaciones o reinvenciones a partir de ideas previas provenientes de esas esferas del arte.  «Desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico, estimo que este film[49] es superior a todos los films cine-ojo anteriores. Los intertítulos no tenían ninguna importancia en la concepción. Al comienzo no pusimos ninguno, luego añadimos algunos, pero eso no tuvo absolutamente ninguna influencia sobre la posición cinematográfica adoptada. Finalmente, mi último film, El hombre de la cámara. Es una tentativa de presentar los hechos en un lenguaje cien por ciento cinematográfico. Para este film rechazamos totalmente los procedimientos del teatro y la literatura».[50] El punto de si hay verdad en el arte no deja resquicio de duda. Tal vez el problema es cómo entender esa verdad en relación a la técnica, la verdad surgiría de cierto modo de entender el uso de la máquina, la máquina que complementa allí donde la percepción humana es acotada y el lenguaje literario una limitación o una fuente cuestionada. No queda ni culpa ni sensación de desgarramiento alguno por lanzar por la ventana las tradiciones. En vez de preocuparse por dar a las masas esas referencias culturales burguesas y/o universales supuestamente necesarias para poder construir nuevos estilos, nos preguntamos, ¿cuáles son los procedimientos que nos instalan en el seno de la verdad? ¿Cuáles serían los procedimientos estéticos que nos permitirían descifrar este mundo social? El cine-ojo no realiza trucos, el cine-ojo a través de sus medios específicos hace «visible lo invisible, claro lo embrollado, manifiesto lo disimulado, desnudo lo oculto, auténtico lo actuado, verdadero lo falso, gracias a la cine-verdad»(…)[51]  ¿Cómo? Por los medios cine-ojo que no son estáticos sino el producto de una permanente investigación. El rodaje acelerado permite penetrar la intimidad de las personas sus pensamientos, el filmar por sorpresa permite ver a la gente tal cual es sin máscaras, solo ejemplos. Podría decirse que ese desciframiento es consciente del objeto múltiple, basto y complejo que es la cultura del pueblo ruso por su diversidad étnica, social y territorial. De modo que existe una propuesta de invención que se resiste a tomar modelos provenientes del lenguaje teatral o literario.[52] El modelo de esa experimentación es el hombre de la cámara pues según Vértov allí el objetivo va más allá de contenidos de la realidad. Quiere mostrar el cine-lenguaje conformándose desde el cine-alfabeto, algo que apila a un lado palabras, discursos, traducciones, escenarios.[53] Todo lo que quise hacer en el cine, mi ambición más personal parece indicar Vértov es reflejar la imagen del “hombre vivo”. Tal vez esta sería la clave especial para comprender algunos de los puntos rígidos de su planteo estético.[54]
Un arte para las masas quiere decir creación de una cultura socialista. Esto según nos explica Trotsky llevará mucho tiempo. Históricamente deberíamos decir que el proletariado no tiene la espalda para poder de un día a otro tener un dominio de la estética del presente. Antes de ser la clase que se adueñara del timón del estado, la burguesía ya era en lo cultural dominante. Y, su ascenso como clase cultural de referencia no dejó de ser un resultado de orden evolutivo en relación a la antigüedad y el medioevo.[55] Una cultura socialista que no existe aún sino que es ese sueño, esa ilusión en el buen sentido. Pero el arte está por hacerse, todavía. Hay una analogía con los tiempos históricos, el arte burgués se desarrolló a lo largo de varios siglos, el arte de las sociedades esclavistas tardó miles de años. El arte proletario no puede correr una suerte distinta en tanto precisa las condiciones materiales de su propio desarrollo. Por lo tanto aquí Trotsky corre un poco la dinámica hacia lo técnico pero que dependerá sobre todo de decisiones políticas. De ahí que el arte como hemos mencionado, el caso emblemático es el Proletkult, debe trabajar por dentro de las líneas partidarias. Es lo que impone el período llamado de transición y en este sentido algo que sonará fuerte. «No es cierto que el arte de la revolución pueda ser creado solo por obreros».[56] Si bien el argumento que presenta aquí es diferente. Señala que es una condición de la revolución política agotar a sus propios actores en términos de que estos puedan hacer aportes en otras esferas de la creación más allá de lo político. Dice Trotsky que los principales testimonios artísticos de la Revolución Francesa fueron hechos por artistas alemanes e ingleses. Punto importante que le da cierta inyección de aire a la vanguardia. Pues, aclara que los métodos marxistas no han sido concebidos para dirigir a las fuerzas artísticas. El partido no abarca la totalidad del proceso histórico, el arte tiene su propia lógica de desarrollo y que sea controlado, cuidado y orientado por el partido no implica que lo domine de manera imperativa[57].    



[1] CALINESCU M, Cinco caras de la modernidad, Trad. Beguiristain M. T. Tecnos, Madrid, 1991,  p. 109.
[2] Cf. CALINESCU, Ídem, p. 110.
[3] BUCK-MORSS, S. Mundo soñado y catástrofe. La desaparición de la utopía de masas en el Este y el Oeste. A. Machado Libros 2004, Madrid, p. 79.
[4]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 82.
[5]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 83.
[6]Cf. BUCK-MORSS, Ídem,  p. 143.
[7] Arquitecto y urbanista. Creó el concepto de desurbanismo. Autor del proyecto Ciudad Verde.
[8] En 1914 fundó el constructivismo. Su proyecto más conocido es el Monumento a la Tercera Internacional (1919-1920) nunca se llegó a construir. 
[9]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 84.
[10]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 113.
[11] Cine-ojo, la vida al imprevisto (1924) es el primer largometraje de Dziga Vértov (seudónimo de Philip Kaufman).
[12]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 117.
[13]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 122.
[14]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 123.
[15]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 124.
[16]Cf. CALINESCU, Ídem, p. 143.
[17]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, pp. 63, 66.
[18]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 76.
[19]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 79.
[20]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 82.
[21]Cf. BUCK-MORSS. Ídem, p. 136.
[22] Konstantín Melnikov 1890-1974. Arquitecto ruso,  principal representante del constructivismo. Su primera obra importante fue en 1925 en París, el Pabellón Soviético, en la Exposición Internacional de Arte Decorativo e Industrias Modernas.
[23]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p.137. «El dominio de la naturaleza así lo enseñan los imperialistas es el propósito de toda técnica. Pero, ¿quién podría confiar en un maestro que, recurriendo a una palmeta, viera el propósito de la educación en el dominio de los niños por parte de los adultos? ¿No es la educación, ante todo, la organización indispensable de la relación entre las generaciones y, por tanto, si se quiere hablar de dominio, el dominio de la relación entre generaciones y no de los niños? *Lo mismo ocurre con la técnica: no es dominio de la naturaleza, sino dominio de la relación entre naturaleza y humanidad» Walter Benjamin, 1926, en Reflexiones: Ensayos, aforismos, escritos autobiográficos, (Ver nota 70 p. 324 Buck-Morss, Ídem) *Subrayado no está en el texto citado.
[24] Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 137.
[25]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 140.
[26]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 141.
[27] Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 323, notas al capítulo 2, nº 78.
[28] Crítico dedicado a temas possoviéticos. Nacido en 1944.
[29]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 141.
[30]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 142.
[31] BENJAMIN W, Diario de Moscú, Trad. Delgado M, Taurus, Bs. As. 1990, p.16.
[32] La noción de “intelliguentsia” muy mencionada por Trotsky para ilustrar  a ese sector de la sociedad minoritario y ligado a prácticas de tipo intelectual y artísticas nos sirve para darle una comprensión a este pasaje. Pues esos sectores burgueses a los que alude Benjamin serían valiosos en la medida en que si bien no son proletarios se trata de sectores acomodados pensantes que adhieren a la revolución. Se supone que su existencia es importante en la medida que hay un acuerdo tácito de que la cultura soviética letrada “proletaria” es algo en formación. 
[33] Juventud del Partido Comunista.
[34]Cf. BENJAMIN, Ídem, p. 69.
[35] Cf. BENJAMIN, Ídem, p. 71.
[36] Cf. BENJAMIN, Ídem, pp.  144, 145.
[37]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 84.
[38] Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 156.
[39]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 169.
[40]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, pp. 166, 169.
[41] VÉRTOV, D, Artículos, proyectos y diarios de trabajo, Trad. Goldstein V, Ediciones de la Flor, Bs As, 1974. p. 60.
[42]Cf. BUCK-MORSS, Ídem, p. 169.
[43]Cf. TROTSKY L. Literatura y Revolución, Trad. González A. A. Ediciones RyR. Bs As. 2015. p. 287.
[44]Cf. TROTSKY, Ídem, p. 291.
[45]Cf. TROTSKY, Ídem, pp. 290, 291.
[46] VÉRTOV, Ídem, p. 53.
[47] Cf.VÉRTOV, Ídem, p. 54.
[48]Cf. VÉRTOV, Ídem, p. 62.
[49] El undécimo año
[50]Cf. VÉRTOV, Ídem, p. 117.
[51]Cf. VÉRTOV, Ídem, p. 148.
[52] Cf.VÉRTOV, Ídem, p. 151.
[53]Cf. VÉRTOV, Ídem, p. 169.
[54]Cf. VÉRTOV, Ídem, p. 171.
[55]Cf. TROTSKY, Ídem, p. 320.
[56]Cf. TROTSKY, Ídem, p. 338.
[57]Cf. TROTSKY, Ídem, p. 339.