30 julio, 2015

Nadadores

 Afuera hace un frío terrible, encima está lloviendo y cada gota helada puede hacer que la piel más gruesa y resistente se sobresalte de chuchos. Pero adentro del natatorio esta calentito. Todo irreal. Esa asepsia, ese olor a cloro ese calor del ambiente, la sangre se pone confusa enseguida. Y... de vuelta como dice Basho:
cuando nada, la rana,
está en un estado
de completa entrega
 En la pileta todos los andariveles están ocupados con nadadores. Cada andarivel tiene a su vez dos carriles divididos por una línea de agua imaginaria. Salvo que el nadador sea muy novato -y sobre todo los inexpertos cuando nadan de espalda suelen perder la dirección y chocan torpemente al que viene en sentido contrario- en general la ida y la vuelta y los cruces son perfectos, sin roce siquiera. ¡Crang! Afuera un trueno estremece la gran carpa que rodea como una estructura rígida la pileta cubierta, pero dentro del recinto todo es un continuo splash y chapoteos que se repiten como si los produjera una máquina, porque los nadadores a diferencia de otras actividades deportivas carecen de la idiosincrasia y del efecto lúdico. Es un deporte austero. Son autómatas que producen rutinas y cuanta mayor es la velocidad y menor la producción de descansos, y entonces las brazadas no cesan, parece como que toda la maquinaria se compactara y como toda máquina de calidad al ser sobreexigida funciona mejor. No puede desconocerse tampoco que a diferencia de otras actividades los nadadores usan traje esto en su caso no destaca individualidades, como sucede en las canchas, donde se ve al lindo del equipo, al musculoso, al galán barbado por citar meros ejemplos. Las antiparras, la gorra y los trajes de baño lo homogeneizan todo. Hasta se da el caso de que algunos en invierno nadan con remeras medio ajustadas. Lo peculiar tiende a desaparecer entre los nadadores. Y por ejemplo aquí en el tercer andarivel contando desde el lateral que mira al sur este tercero está abarrotado, son como diez nadadores, demasiados, no se chocan solo por el alto rendimiento que demuestran. Sucede que pese a esa total indiferencia con la que suelen realizar su trabajo físico, ese anonimato y esa individualidad exacerbada al observarlos detenidamente se ve que ese individualismo no es de tipo vano sino del tipo isla pero islas dominadas por una corriente que las hace funcionar en conjunto. Partes de un solo organismo que se compone de pataleos, brazadas, respiraciones bilaterales, vueltas americanas en cada extremo y cuando paran lo hacen todos juntos. Como siguiendo sin cuestionarse nada el gesto del primero que lo quiso hacer. Como esos peces que nadan en cardumen y doblan porque dobla uno y todos doblan y nada más.
 Hace como diez piletas que no paran. La cuenta se pierde porque son muchos y nadan rápido. En la repetición del gesto, de la fuerza de la extenuación todo se va desdibujando -la tinta acuática es de lo más efímero- y solo quedan las ondas sobre el agua. De pronto una nadadora se detiene, la que viene atrás hace lo propio y el siguiente, y el siguiente, y la siguiente, y la siguiente, todos buscan un espacio para tomarse del borde y respirar. Hay que tomarse porque están en la zona profunda. Llega otro y se toma, el siguiente con dificultad todavía encuentra un último resquicio para depositar su mano y aferrarse. Todos los cuerpos se van apilando uno tras otro y extienden la extremidad para sostenerse del borde, los últimos en apilarse deben extender su brazo con una gracia inaudita; ya quedan como a más de un metro y medio del borde y sin embargo necesitan sostenerse. Lo más raro de todo es que en ese apilamiento que hacen ningún cuerpo se apoya sobre el otro sino que quedan próximos como dedos de una mano con muchísimos dedos pero ningún dedo se toca con el de al lado. Como dedos que estando tan próximos nunca podrían llegar a aproximarse tanto ya que están levemente desunidos por una membrana natatoria que los mantiene estrechos y firmes en una distancia necesaria. Todo es casi. Así se mantienen en el descanso cuando ya todo es un gran estanque de renacuajos que descansan y se tornan indistinguibles los nadadores agitando algo todavía por debajo que no puede verse al enturbiarse el agua todos pegados a la orilla, negritos, flotando, agitando lo que parece ser la fina cola en forma de látigo sobre una fina capa de lodo. 
 Hace días busco ese texto donde Kafka habla de los nadadores, del cansancio, de la extenuación, de esos pulimentos y esas obsesiones del tipo Un artista del trapecio. Dónde está ese cuento si es que existe... Al contrario de lo que muchos opinarían por estar lo kafkiano siempre asociado a lo enfermizo y a lo sombrío, Franz Kafka fue un gran deportista y un gran nadador.   

20 julio, 2015

Viaje alrededor de la manzana

 Volvía de noche a la casa. Siempre las mismas cuadras el mismo viento helado. La misma desazón, todo un desierto de autos con vidrios oscuros pasando rápido y transeúntes que, si los había, eran una sombra algo que se esfumaba como una nube azul y oscura. El viento me pegaba de contra tal vez para enterrarme; vacaciones en el cementerio decía un grafiti que había leído... cuándo exactamente? Pero recordaba que aquella mañana muy temprano cuando todo se va poblando con un vértigo de marabunta los había visto. Les toqué bocina dos veces, cuatro breves bocinazos, pero no me oyeron, iban hablando, compenetrados y ligeros entre las ropas, él se inclinaba un poco hacia abajo porque ella es chiquita. Ella se estiraba un poco hacia arriba por que él le lleva varias cabezas y el sobretodo negro lo hacía parecer más alejado. Imagen de una fragilidad y una potencia. Hacedores de caminos, imparables en el amor, los seguía con la mirada, reducía marchas y los seguía entre el invierno envolvente pero a ellos los envolvía una cosa hecha de ellos mismos de su propio frío de su propio calor, la sangre que lo hace que lo hizo alguna vez y a ella la hizo esa sangre también, la parte de uno la misma para los dos. Todo tapado irreconocible me iba esfumando la mañana me echaba encima su niebla; todos intentaban escapar del frío pero no hacían más que salir como el sol. Los veía caminando a ellos compenetrados y las ropas no hacían más que flamear sin llamar la atención de nadie como pueden temblar las hojas del helecho, uno anónimo, en los balcones sin llamar la atención. Y un momento aquel... Pero la corriente de la mañana tiraba para llevarme río y calle abajo. Y estaba irreconocible con todo aquello encima para afrontar las bajas temperaturas que si me miraban no iban a adivinar que se trataba de mí. Pero yo que no había parado de hacer gestos para que me vieran después me preguntaba si no había sido lo mejor que todo hubiese quedado así como en secreto.
 Después el horror de los sueños gritaba no podía seguir. Tenés que hacerlo decía otra voz. Explicaba que este sufrimiento del mundo del punto del que hablo es porque lo rememoro y lo rememoro. Si yo ya no vivo entonces ya no rememoraré un hecho tan triste como éste y entonces el hecho inevitablemente dejará de existir. Lo único que quería es que dejara de existir. Había estado leyendo bastante a Jack Kerouac aunque con él nunca se contagia uno de horror o tristeza, al menos en estado puro. Tal vez en aquellos días el gran Jack había estado leyendo a Schopenhauer -frecuentando algunas páginas del aprendiz de brujo de Castaneda, creo que los beatniks lo llevaban en las guanteras- y bien, parece que viajando a la ciudad de Tanger naufragó en el carguero que lo llevaba hasta África; esto lo cuenta en un hermoso libro que se llama Viajero Solitario. Miraba desesperado desde su camarote por el ojo de buey y solo veía muros de agua embravecida. Me cuesta bastante imaginar a Kerouac con miedo. Pero al ver aquella bravura del mar y cómo la tripulación yugoeslava dejaba hasta la última gota de energía para huir del fenómeno climático el tipo estaba cagado, y es comprensible. Y entonces dice: «¡Brazos níveos de Dios! Vi sus brazos allí, al lado de la escalera de Jacob, el lugar donde, si teníamos que desembarcar y seguir de algún modo(...) yo estaría delante del Rostro de Dios, esa cara blanca diciéndome: "No te preocupes, Ti Jean, si te llevo ahora y llevo también a los pobres diablos de este barco es porque nada sucedió jamás excepto Yo, todo es Yo -" o como dice la Escritura LanKavatara: "Nada existe en el mundo salvo la Mente"»  
 Por qué siempre los sueños aberrantes me quitan las cosas que más amo. Por qué me inoculan esos fríos, sí, me dicen luego, tenés que seguir. No quiero seguir así rengo, amputado, desenraizado de las cosas más amadas como diría oh una tragedia clásica! Si todo es representación... todos juegos en la gran mente infinita de Lankavatara. Es difícil no sospechar que quienes abrazan esa voz lo hacen por el interés de hallar un punto de escape de las pesadillas que golpean en lo más bajo.El agua que golpea en el corazón con fiereza. No hay nada como morir ahogado porque es como morir entre caricias que oprimen el pecho con un gran dolor. Por eso Ti Jean necesita ser Ti Jean, estar en un barco a la deriva en medio de una tormenta que juguetea con las vidas como una ráfaga helada de viento lo haría con un residuo. Y después perderlos a todos; a los hijos, a los padres, a los hermanos y a los amores sobre los cuales la vida está plantada como una isla solitaria. Dar la vuelta a la manzana. Tener pesadillas y ser consolado por los padres, recordarlo después siempre. Dar la vuelta a la manzana en bicicleta reconocer cada irregularidad del terreno. Dar vueltas en la gran cabeza de Lankavatara y repetir, repetir, diez respiraciones y largar todo el aire abajo del agua. Tomar aire en el instante justo en que los pulmones colapsan y largarlo todo abajo del agua.              

18 julio, 2015

Al desnudo o con ropa

 Por la ventana nos ilumina una luz como si estuviéramos en un campo de concentración es una luz poderosa. Ah ella se había acercado a hablar por lo drogada que estaba porque no paraba de dar señales con su nariz, todavía delicada, y, como dice Basho:
cuando nada, la rana
está en un estado
de completa entrega
 Habla tanto que empieza poco a poco a contar cosas de su vida y dice que la maltratan, pero lo más sorprendente es que diga que todos la maltratan. Seguidamente todas las voces se suman; sí, a todas nos maltratan... a todas. Hace poco tiempo se hizo una marcha muy grande en la ciudad donde se reclamaba que no maten más mujeres, ni una menos! decía la consigna, esto se propagó por las redes sociales y se produjo un fenómeno de gran masividad que hacía tiempo esperaba con el grito contenido hacerse oír. No entiendo, dice. No entiendo. Qué es la completa entrega.
 Por la calle hay una chica hermosa que se detiene a hurgar cerca de un conteiner de basura. Hay un aparato de cocina estacionado cerca del cordón, semipodrido y con la puerta del horno abierta para nada. La parte superior donde ordinariamente se ubican las cuatro hornallas es un simple receptáculo donde falta todo y entonces queda una fosa vacía donde se pueden cargar cosas. En vez de usar un tacho o una lata para prender fuego en la esquina -tal vez imagine- podríamos usar esta carcasa desvencijada. La chica está dura con la carpeta en la mano. Podría ir a la ronda a la noche que se forma en la esquina donde paran con los pibes y leer algo que los sorprenda a todos. Pero no entiendo qué es la completa entrega.
 Y cuando dice que todos maltratan que todos las maltratan muestra su mano, una mano pequeña y blanca. El dorso de la mano y el relieve de una cicatriz de un puntazo. Dice que se lo hizo porque no la dejaba volverse y ríe espontánea le sale la risa... Por la ventana luz de campo de concentración otra vez. En realidad es porque hay un estacionamiento a cielo abierto del otro lado de los vidrios enrejados y de vez en cuando algún auto aparca con las luces altas apuntadas. En fin, el problema es de completa entrega; qué es la completa entrega.