02 julio, 2011

De qué cuadro sos y cosas por el estilo

 Con el tiempo me fui dando cuenta que fui amando las cosas que amaban aquellos a quienes amé. Así amé el sonido de los tambores y los redoblantes en las marchas en Plaza de Mayo antes o después de que estuviese toda vallada. La Casa Rosada se veía entre las cabezas de la multitud que se iba enardeciendo a medida que el sol se apaciguaba. Amé a León Trotski, leí sin entender un texto cuyo título me fascinaba; La revolución permanente. Y otras cosas, como el emblemático loco Houseman y el estadio Ducó y luego empezar a amar también esas cosas que la gente dice, la gente que ama estas cosas como la tantunita; mi cancha ganó un Oscar y demás. Después las retroexcavadoras las amé con pasión, al punto de que yo sé perfectamente que in the other life voy a ser operario de estas máquinas, voy a cavar túneles voy a unir la Paternal con Villa Domínico y de paso, porque no hay triángulo sin tres vértices, Plaza Irlanda.      
 Estoy en el jardín y me cuesta tomar conciencia de que pese a la claridad con que recuerdo estar ahí viendo las cosas a mi alrededor, levantando esas grandes piedras grises y brillantes, yo soy casi un recién nacido. Me paro junto a mi abuela que lanza un suave resoplido y juntos le pedimos pan al panadero, en realidad yo repito un poco desganadamente las palabras solemnes de ella; pero luego me gusta ver cómo esa pelusa estrellada desaparece flotando en la medianera. Circunstancias en que a las palabras se las lleva el viento y qué bueno que así sea.     

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