26 marzo, 2011

Anticipaciones

 La imagen fiel aunque parcial de un resolutor sería un camino bifurcado, una posibilidad entre muchas, una variación igual a todas las demás pero que ya se va diferenciando de todo. Podría haber sido de cualquier otro modo, en el marasmo de las posibilidades sin jerarquía el azar hace estragos. Pero el tiempo y las circunstancias hacían que el deseo se volcara y presionara para que este camino fuese abierto. Un camino lleno de buenos afectos; tan necesarios y temibles.
 Empujes, extrañas fuerzas, trazos que determinarán nuestro futuro y delinearán la proximidad de nuestra vida. Sorpresa ante la inminencia de eso que buscábamos hace tanto tiempo y ahora se planta ante nosotros como vías accesibles sobre las que nos podríamos deslizar si quisiéramos. Lo hoy hecho estaba abierto como posibilidad en el pasado, había sido abierto y suspendido. Inmovilidad de vida que esperaba el tiempo propicio para salir a la luz. Y lo que descubrimos es que la potencia del presente está asociada a ese conocimiento precario, superficial del pasado. No porque el conocerlo sea determinante en algún sentido sino que lo que ahora nos pasa responde a esta apertura que está como anclada en algún lugar ya sido donde todo el sentido de lo que está siendo se mantenía virtualmente condensado en un poder ser esto.   
 Así un nombre vuela de un presente a otro, un nombre en medio de la insignificancia y la superficie de la vida. Un nombre en el pliegue de una revista viva. Una revista tirada en un canasto viejo, leída durante la defecación.