21 octubre, 2012

Ramo de flores

 En qué se diferencian un cochecito de bebe, un ramo de flores y un bastón y una escoba?
 Por la ventanilla todo se puede ver con una dirección y una lentitud propia de lo que no llega con sonido. Como si lo mudo permitiese ver que los desplazamientos se desdramatizan pero sin perder intensidad; ganando una tensión menos violenta y no por ello más pura. Todo lo que se puede imaginar y presumir es demasiado arbitrario y unilateral. Como adivinar que el pibe que empuja el cochecito está resentido porque es demasiado pibe para soportar la resistencia que ejerce un cochecito que no avanza si no se lo empuja en forma constante. Y un viejo que sufre porque perdió las fuerzas y se ve su sufrimiento por el modo lastimoso en que lleva su complemento de vida; su bastón. Y sufre porque está arrepentido. O la señora cincuentona con un pantalón jean que le marca la cola y maneja la escoba con destreza al desplazar las colillas, los papeles los envases y envoltorios. Se crispa por la indiferencia gélida de los transeúntes que son tantos, como calcados, y va todo a parar a la zanja seca de la avenida. La vereda de la boutique de la señora está limpia un rato. Pero el punto es la chica de las flores.
  La chica de las flores. Podría ser el chico, la vieja, la niña. Eso no importa demasiado. Pues lo que aquí cuenta es el objeto y el cuerpo. Quién no ha visto a un mortal llevar un ramo de flores por la avenida? Los pasos se afirman y las caderas se contonean sin exageración alguna, la mirada corta rasante hacia el horizonte mientras un enjambre de partículas hacen que cada pétalo de las flores se ponga a vibrar multiplicando los colores de las fresias, si es que son fresias, lirios distinguidos o narcisos siempre difíciles de conseguir. La chica de las flores está alegre al caminar entre el montón de gente y el montón de materia que cruje sin llegar nunca a quebrarse por completo. Llevar un ramo de flores no es lo mismo que llevar una torta selva negra con el cuidado que se debe poner para que la crema no se abolle o el sol no la derrita y tampoco es como llevar al perro con bozal para que no muerda o husmee lo que no debe. Nada es igual a nada si se trata de objetos y partículas. En la primera esquina la chica de las flores espera casi un minuto y al cruzar esa calle asediada de a poco pero sin retardo desaparece. A través de una pantalla siempre es más fácil percibir la liviandad de ciertos objetos.   

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