06 octubre, 2012

Frente a la góndola

 Hace mucho que esta idea ronda nuestras cabezas. Hay un gran desierto y soplan ráfagas insoportables es de noche o se está haciendo... Y nos cubrimos con el velo, con los antebrazos o con lo que tenemos más a mano. Cómo duelen esos gruesos látigos de arena fría sobre la piel cuando a velocidad estrepitosa golpean de todos lados; dónde está el norte dónde está el sur? Me acerco a la góndola le digo a Ani que me espere afuera pero me sigue igual hubiésemos preferido estar solos para poder elegir en paz. Ani espera con cierta impaciencia; cabernet u otra cosa? Ani no nos dice nada. Queremos agasajarlo mostrarle que podemos dar que gastamos en él. Enseguida entre todas las botellas vemos una conocida, todas son conocidas pero esta es especial y pensamos mientras le decimos a Ani que elegimos para él una especial, pensamos que todo lo que sucede todo lo que damos lo que mostramos lo que enseñamos y transmitimos a la gente que nos conoce y disfruta de nuestra compañía, todo, todo lo que un poco brilla, es obra de algo que no somos. Algo que está en otro lado, que pasó en otro tiempo en otro lugar. Caminamos hacia la caja mientras el chino está absorbido en otros billetes que no son los nuestros, y pensamos en todas las otras botellas que se quedan ahí quietas en la góndola y en ese lugar ahora vacante ocupado por la botella que nosotros tomamos y que ya no está allí; Ani dice que ese es muy caro. Sí no es barato, todo lo que teníamos lo ponemos para ese cabernet, es lo justo. 
 Toda la experiencia toda nuestra experiencia está en algún lugar; en algún lugar que no es hoy. Ani dice que nombramos una y otra vez la misma persona cuando hablamos de nosotros como si no pudiésemos hablar de nosotros más que hablando o citando a un nosotros que no somos nosotros. O como si para hablar de nosotros siempre debiésemos necesariamente dar como cierto rodeo porque todo lo novedoso que sabemos todo lo informado y preparado está en otro lugar.

No hay comentarios: