04 marzo, 2012

Oración

 Es la hora, cuando el sol se está poniendo salimos. En el 85 mientras escuchamos una comparsita o una siesta de me, darás mil hijos, vamos diagramando el plan. Envueltos en una nube del deber ser, el plan responde a una crisis en la que nos sentimos inmersos; cómo salir victoriosos de este trance difícil. Sabemos que muchos ante la posibilidad del fracaso recurren a la tecnología pils; todos los aportes de la neurociencia están ahí cada vez más al alcance. Lo nuestro es más primitivo y nos lanzamos a un dilema ético en el que siempre la razón estará de nuestro lado. Los espíritus de los muertos solo exigen el cumplimiento del protocolo y que se respete a rajatabla el calendario shinto.
 La tía, pues, nos espera pegada al mueble-butsudan. Es un conjunto ensamblado y predicho de piezas canónicas y no se puede separar con claridad el mobiliario del cuenco y de las fotografías y de otros cuencos más pequeños. En una de sus manos sostiene la tía como un ramo verde-humeante unas cuantas docenas de inciensos que llaman a los espíritus que deambulan y se regodean en nuestro sudor y en nuestro aliento. Al pie de las fotografías de dos generaciones de muertos están depositadas en orden perfecto las porciones de irichá, exquisitos trozos de panceta cortados por las diestras manos de la tía. Todos los ojos recelosos miran esos pingûes pedazos de carne y de kombu anudada y pescado rebozado porque saben que han sido olidos en el más allá. La tía había dicho que dtu era la más pegada y en efecto miro a dtu y la hinchazón y el rosado resplandor de sus pupilas nos dice que llora. Pero tardamos tanto en volver y con tanta devoción y estúpida persistencia nos queremos quedar pegados a esa tristeza como para demostrar al mundo lo que somos; otra vez la nube rebolotea sobre nosotros el deber ser nos apabulla. Fuimos y dijimos la oración, saludamos y pedimos a los espíritus que nos concedan ese impulso; ese soplo de dragón para que podamos triunfar. La distracción ha hecho que olvidáramos hacer algo fundamental.
 Al otro día recordamos la ceremonia y si bien todos los pasos de la oración los hemos realizado como es debido hemos fallado. Olvidamos ingerir aquellos trozos de fuerza salpicados por la etérea baba de los espíritus que hubiese sido, suponemos, la verdadera penetración a nivel de una modificación de las partículas biológicas naturalmente impedidas. La ayuda de la neurociencia ancestral de la mano de los espíritus de los muertos, nuestros muertos.

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