30 abril, 2011

La noche de los padres y los hijos

 Ed Dunkel, Dean... Jack Kerouac... las fotos que algún día mirarían asombrados nuestros hijos pensando que sus padres habían vivido unas vidas tranquilas, ordenadas... Hallazgo y desconcierto. Generaciones que se suceden y los hijos nunca pueden saber realmente algo de los padres: los padres son siempre ya muertos. Desde el lejano día en que primero el niño pensó que sus padres podían morir, que esa era la verdad irrebatible y, el único consuelo, juego, era intentar dar la vida por ellos por la causa primera y única para todo niño. Sin imaginarse jamás la locura de nuestras arrastradas vidas reales. Lo que hay es un oscuro lapso de tiempo irreconocido e insalvable entre generaciones. Y cuando una va en camino hacia su muerte la otra ya está en camino muerta. Es verdad que nunca podrán saber de la locura de los padres, de la aguda insensatez ya perdida para siempre en el camino medio truncado, chamuscado, ahogado. Desvío insalvable de las generaciones. Recurrente, abismal desencuentro en la noche de los padres, en la noche de los hijos.

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