12 febrero, 2011

Anticipaciones, dos

        En la vida de todos los días el resulotor opera, sin embargo, hay días en la vida de cada cual en que un resolutor se presenta transfigurado como evento. 
    Supongamos un individuo al que llamamos i. i tiene un problema. Digamos que su problema, para tipificarlo un poco, es de índole sexual. i vuelve al útero, i deambula por el emplazamiento de hojarasca amarillenta, su casa materna, ahí encuentra un vacío, un hiato. Da vueltas, es perro, es perdido, busca, husmea en la hojarasca, de pronto encuentra cosas. Aparición de una clave.
    Lee un artículo en una revista de gran tirada, un artículo del doctor z, pero no podrá retener ese nombre. Aun no significa nada. El artículo de aquella revista habla sobre sexualidad, sobre travestismo, sobre falos y secretos. Tiempo después, años tal vez, i siente que su vida está siendo absorbida en un agujero negro; ya no cree que esto se cure con sueño o tiempo. (Si esto es una cuestión de salud buscará en las páginas amarillas). 
    ¿Por qué esa vez sí decide pedir ayuda? Eso demandaría una explicación que se nos escapa por lo extensa, por connotar un sentido biográfico obvio, y denso.
        

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