07 julio, 2020

Diarios de artistas

El año pasado, para ser exacto hace un año y dos días, fui hasta la casa de un desconocido en un bello pasaje del barrio de Versalles o Monte Castro. Y me entregó un libro de Vertov que creía inconseguible. Las páginas de ese diario me resultaron fascinantes, hacía mucho que no me sucedía aquello de quedar atrapado en aquella trama sencilla. Entiendo que el género diario debe ser una trama sencilla. Se mezcla cierta especulación, en este caso sobre la obra, Vertov era un cineasta, una mescolanza de cotidianeidad, y anexa cierta complejidad ensayística... El libro era ese típico caso de una edición antigua, dudo que se haya reeditado, databa de cuarenta y cinco años, Ediciones de la Flor que ya no existe. Conserva aún en sus páginas de amarillo apagado ese aroma a cosa vieja pero limpia. De hecho es también el caso típico del libro nunca leído. Se llama Artículos, Proyectos y Diarios de Trabajo. Me entusiasma una investigación sobre diarios de artistas, en particular pintores y cineastas; solo me falta puntualizar el problema. Pero el género ya me resulta atractivo. Si bien siempre le rehuí. Por ejemplo si había un escritor que me interesaba para acercarme a su obra no me parecía buena idea optar por sus diarios antes que sus novelas. Ahora, después de haber recorrido las intensas páginas panfletarias de Vertov y el diario de Derek Jarman lo encuentro sumamente interesante. Los artistas escriben sus diarios para que el lector o el espectador al aproximarse a esas páginas incorpore las generalizaciones ciegas, fugaces y enigmáticas que pueblan la obra ya se trate de lienzos, imágenes en movimiento o ficciones.

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