23 junio, 2020

Protocolos

El otro día llegué de noche, pero no era muy tarde. La cuadra es tan desabrida. El árbol más grande de la cuadra por suerte está en la puerta de mi casa; cuántos años tendrá? Es un fresno inmenso en otoño cuando pierde las hojas genera una cantidad de alfombras de hojas amarillas y de olores variables en muchos patios y veredas. Esa noche no había nadie en la calle, eran las 21.00 y estaba desierto. Domingo invernal y con cuarentena más no se puede. Y en la esquina un patrullero con sus luces de ese azul tan apropiadamente nocturno. Y además un coche bomba estacionado a mitad de cuadra, y frente al coche de bomberos una ambulancia subida a la vereda con sus luces verdes encendidas que rotaban sobre sí transmitiendo más tranquilidad que las del patrullero pero siempre más preocupación. Quería saber qué pasaba pero en la noche la mirada pierde tanta efectividad entre detalles que no tienen nada de importantes porque en la calle todo es un plano repetido donde es difícil que emerja un detalle, una diferencia. Y, podían decirme algo, más allá de que ellos están armados y uno está ahí esperando. Ahora en la cuarentena ellos son mucho más que antes la autoridad. Así que introduje la llave y entré. Al otro día quise preguntar qué había pasado pero ahora uno casi no se cruza con gente. Salvo en las avenidas. Y serán simplemente protocolos. Ahora todo es protocolo. Pero recuerdo que la primera vez que escuché la palabra "protocolo" estaba en una clase de seminario, fue hace como veinte años. En veinte años una palabra se puede dimensionar, se puede tornar más elástica, más política, puede ser un arma y formar parte de reclamos y demandas. Puede ser un término que usan técnicos que escriben documentos ministeriales. Las palabras cambian como fichas en un tablero, se mueven y son desaparecidas o engullidas como en juegos en que las fichas se comen y salen del tablero. Lo digo así porque hoy para mí la palabra protocolo tiene que ver con la regulación, una especie de biopolítica y una mirada desde la gobernanza. Y además, manejos que todos deben aplicar todo el tiempo para organizar todo otra vez en lo que llaman la nueva normalidad. 

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