22 diciembre, 2012

Fábulas

 Nos sentamos a la mesa y el camarero nos trae la comida; en una mano todos los cubiertos juntos y en la otra los dos platos, luego en otro viaje la jarra de agua, los vasos, uno rojo para Ale uno verde para mí y la panera. Agradecemos. Ale además de agradecer hace reverencias y lanza una de esas frases que no se sabe si son irónicas o sinceras. Es un adulador espontáneo y magistral Ale. La charla del almuerzo comienza a fluir pero con platos super fuertes discutimos la cuestión de la absolución de los imputados por el caso de Marita Verón. Basta de ciencia ficción Ale, esto es corrupción y nada más, hay altas cúpulas policiales comprometidas que protegen, hay jueces temerosos de amenazas más o menos reales y también fácilmente sobornables. Qunes. Los jueces claro. Por momentos no me mira a los ojos y está como ido, no exactamente ido sino absorbido por algo que en la calle lo distrae, lo inquieta. No le doy demasiada importancia, ni le pregunto por qué constantemente mira para la esquina donde se juntan los pibes todas las tardes, todas las noches... 
  La discusión acerca de la trata de personas, cuáles son sus límites cómo exactamente se la define si la prostitución voluntaria es trata de personas, todo eso, puede quedar para más adelante pues con mucho menos a Ale se le enciende la lengua cuando le pregunto si alguna vez ha entrado al barrio. Mientas tanto por los ventanales sigue mirando para la esquina mientras se lleva a la boca un trozo de pollo con un poco de pure flojo y muestra el destello metálico de una corona que bordea como un hierro de encofrado uno de sus molares inferiores. Es una maravillosa sorpresa que me diga que nunca ha entrado que solo ha andado por la periferia. Inevitablemente todo se desliza hacia cuestiones como la delincuencia y el narcotráfico Ale cuenta que sabe muchas cosas de allí dentro pero que son como una gran fábula, aunque nada indica que uno no pueda considerarlas reales. Habla sobre dispositivos tecnológicos difíciles de describir pero que se puede presumir que existen, más allá de las chapas yuxtapuestas ad infinitum. Y, hablando de chapas, menciona al famoso Marcos que ha sido en algún tiempo buscado por interpol o alguna de esas agencias federales que siempre suenan con mucho bombo. Pero quién es ese Marcos es el Comandante Marcos? Ale hace una mueca entre escéptica y evasiva y dice que en realidad no está seguro. Lo cierto es que el tipo ha zafado montones de veces, nunca podían echarle mano. Alguien le ha contado hace unos años que existen adentro unos túneles que comunican con otros barrios más al sur, es más, el que ha contado la historia los ha visto con sus propios ojos según Ale y no tenía necesidad de andar mintiéndole. Supuestamente Marcos usaba esos túneles y por eso era capaz de desaparecer aunque las redadas de los grupos especiales fueran sorpresivas. Cómo serían esos túneles y dónde estarían ubicados; dentro de una casa, en un pasillo, bajo qué angulo bajo qué techo angosto como un desfiladero? Tal vez detrás de una puerta falsa que comunicaría con un pasillo contiguo tan angosto que las personas deberían atravesarlo de espaldas a la pared, como muestran en un informe colgado en ytube. La periodista sobreexitada, como sucede siempre en estos casos, dice que desde esos pasillos no se puede ver el cielo... Mientras la cámara avanza y se pierde entre bifurcaciones y más bifurcaciones de pasillos, escaleras y múltiples fascinaciones borgeanas. 
 Se zampa rápido los últimos restos que dejan limpio el plato sin que le pase el pan ni nada de eso y me pide que lo disculpe. No ha dejado de estar nervioso durante todo el almuerzo mirando hacia las ventanas y enfocándose en esa esquina que lo preocupa y lo inquieta que un tal Bran estuviese jugueteando con un bate de beisbol; tal vez están esperando a alguien, hipotetiza Ale. Me saluda me dice que después la seguimos y me deja pensando en vuelos de reconocimiento, en techos que no son solo techos en cosas imposibles de registrar en radares, en el google earth, en cómo todo se ve desde arriba en cómo todo se ve desde abajo, desde adentro desde un afuera. Hay un juego de fuerzas en el ambiente pero mientras que yo insisto en que la corrupción y las estructuras derruídas permiten la injusticia y la violencia de todo tipo Ale cree, que más allá de eso, existe un mal que no puede ser extirpado. Pero de qué modo se logra esa pervivencia?; por contactos con la política, por tecnologías electrónicas desconocidas por magia de la negra de la buena de la terrible? Hay que creer entonces que los techos apelotonados unos sobre otros configuran un centro de dinamismo desconocido que hace rebotar todas las señales; no eran solo chapas regalas por cualunques punteros políticos de turno?
 Me quedo solo terminando el almuerzo mirando a través de los ventanales hacia afuera, ese desfile de libertad agónica, de vida de repetición. Un gran desfile la calle como ver una película muda que desgarra la pantalla o mejor dicho la derrite. Imagino que Ale también desfila por ahí afuera vestido como un obispo porque el rey lo ha investido con un grado mayor de jerarquía. Eso hacían los reyes -cuando los había- con total desparpajo producían estatutos de realidad a través de sus meras palabras; nombraban, adjudicaban, elevaban, jerarquizaban la simple faz y el aliento inútil de cualquier hombre común. Bueno ellos también habían sido investidos de ese modo por la palabra pero también por la sangre. Y entonces pasa Ale con su vestido color violeta y en la cabeza el solideo también violeta y un báculo que agita en el aire con suavidad como si tanteara la espesura en la que se interna. Ale entra al barrio por primera vez. 
       
 

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