16 septiembre, 2012

Bosques

 A la noche va a pasar algo. A la noche cambian las reglas. ¿Eso está en la mente o está en la naturaleza; está en Dios o en los hombres? 
 A la noche es el reino de las tinieblas. Habría que delimitar territorios y decir qué es igual qué es distinto qué se puede y qué no comparar tranquilamente. La noche en el campo no es la noche en la ciudad; es conocida esa vieja y homogeneizante tópica que confronta dos modos socio-económicos para explicar de dónde a dónde y hacia dónde. Después también están la montaña, que en mucho ha de parecerse al bosque, la playa, el río y el bosque, los montes y el pueblo inundado y por consecuencia las ruinas y un sinnúmero de variantes y combinaciones de accidentes y topologías. En cuanto a la noche en el bosque es una radical transformación de la tierra, de las cortezas, de las zonas más o menos pantanosas, de los sonidos. 
 Apenas desaparece el sol, aunque aún haya luz ya los sonidos son de otro mundo; con otras reglas, otros ritmos y una profundidad que dura y se espesa en el límite de los sentidos.
 A la noche todo se hará un poco más irreconocible y sordo; rápido pero deficitario en las respuestas a los llamados. 
 Cuando ya es noche cerrada y a cualquiera le parece que caminar solo por el bosque es del orden de lo siniestro sucede que Estelle pierde su celular entre la hierba. -Se cayó o está en un bolsillo que existe o no existe, si llama al celular no pasa nada, pero alguien brillante propone que aunque esté en vibrador se podría ver una luz azul artificial entre tanto azul profundo, abismal, de perfectas simetrías que es el bosque. De inmediato se reorganiza una cuadrilla de búsqueda vectorizando el espacio de un modo perfecto (posible); porque la oscuridad lo permite... Avanzan en línea con linternas de luz blanca de luz un poco más o menos mimética con el azul del espacio y barren cada metro de pasto, de hierba, de hojas de eucaliptos. Usan, para tantear el terreno si es necesario, los resortes de las zapatillas y el olfato adormecido por siglos de respirar el aliento de la antirrevolución que son los escapes de los automóviles-. 

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