05 septiembre, 2012

Aprender a vivir

 Hay pocas cosas que pueden saberse pero no hacerse, decir que hay que hacerlas a los demás pero no hacerlas uno -pero no por una intención deficiente o maliciosa- sino por una condición de la pedagogía, de la palabra que se dice se siente y tal vez tal vez también por una condición de la vida o de cierta vida como condicionante; de esa vida que se quiere salvar o al menos no desperdiciar. Derrida habla en este Exordio que se me pega como sombra, de la heterodidáctica, del discípulo del maestro y del aprender a vivir por fin; siempre por fin. Y una condición de ese aprender a vivir por fin es que se lo enseña se lo transmite bajo el ímpetu de cierta fuerza que acoge y relanza al discípulo todo el tiempo para animarlo a la mejor vida posible pero en el ejemplo, es decir en aquello que debiera ser el modelo a seguir o esa especie de mímesis posibilitadora de todo aprendizaje, de toda nueva incorporación de mundo... Quien dice que sabe cómo enseñar a vivir se corre, da un paso al costado porque no puede mostrar que lo que dice que sabe lo hace. ¿Es por eso que Derrida habla de una heterodidáctica? 
 Seguro hay una urgencia en el siempre por fin; la urgencia de terminar o de empezar alguna vez con esto de una buena vez.   

No hay comentarios: