24 agosto, 2012

Perro o cerdo, dormido o muerto… a lo lejos


 Hay un perro rubio acostado casi en medio de la calle; es un perro dormido o es un perro muerto. Muchas cosas desfilan por allí, justo por allí. Una humareda repentina tapa de pronto la visión. Cuando el humo blanco se diluye un poco en el ambiente de afuera se ve que alguien está pensando debatiendo con amigos o vecinos que qué hacer con el perro. Después de un rato levantan al perro y ahí se nota que está duro. Es como levantar una bolsa gruesa de un material como arpillera que adentro contiene baldosas, hasta la cola flaca y amarilla parece rígida. Lo cargan sin esfuerzo uno de ellos va hablando mientras lo carga y el que lo acompaña escucha y asiente. Dónde lo llevan, para qué. Uno, el que lo carga ríe y el otro el que acompaña sigue escuchando serio y asiente otra vez. Vuelve la humareda, ahora desde el este antes se la llevaba el viento del oeste al este pero ahora la cortina blanca y sucia de humo corre hacia el oeste no se puede ver lo que pasa afuera pero se adivina la silueta de un auto en contramano, acelera y desaparece. 
 Hace tiempo... Fue un verano en unas vacaciones con amigos, salimos a caminar por el pueblo, el pueblo tenía calles de arena y casas de un solo piso en su mayoría de madera y techos de paja. El sol nos cegaba justo en la dirección donde estaba acostado el animal; era un cerdo. Pero estaba dormido o estaba muerto, porque estaba del otro lado del laguito ese formado por unas lluvias de estación con toda seguridad. Era difícil afirmarlo por la distancia pero se veía como una nube desesperada y tonta de insectos que zumbaba su siesta o su sueño duro. Nos paramos un buen rato antes de llegar al parador donde queríamos beber unos vinos dulces con hielo. Uno de los amigos decía que el cerdo estaba muerto y se pudría del calor y de la humedad. Otro amigo decía que estaba muerto pero que no se pudría porque se lo impedía el sol fortísimo que lo secaba junto al olor de la sal. Otro amigo decía que el sueño de los cerdos al sol de la tarde es así, un sueño pesado e inmóvil al punto de parecerse a un sueño completo es decir intransferible con apariencia de eterno. Otro no dijo nada y comenzó a tirar piedras con toda la fuerza de que era capaz creyendo que llegaría hasta la otra orilla de ese lagunón oscuro que era como un estanque gigantezco y sucio. Todas las piedras se clavaban en el agua antes de llegar hasta la otra orilla; unos treinta metros nos separaban del cerdo acostado, echado, y el sol nos daba en la frente. Una sola piedra atravesó toda el agua cayó justo al comenzar la orilla y rodó con un último resto de furia hasta el cerdo. Tocó lo que parecía una pata pero el cerdo ni se movió. Nos alejamos a buscar nuestro vino entre risas y comentarios que ya nada tenían que ver con la postura del cerdo ni con el tono oscuro de su gruesa piel.
 A nuestra espalda alguien está indignado es una mujer que con un tono ronco de voz repite y repite; vos y cuantos más me van a dejar sin la comida para mis hijos, y juguetea con un bol rosado que tiene uno de los lados derretidos. Vos me vas a dejar sin la comida para mis hijos?!; no es una súplica o una pregunta, es como una especie de aviso que mientras ordena amenaza y se va. Y por la ventana cuando la humareda deja ver otra vez hacia afuera pasan caminando algunas personas, el perro ha sido llevado quién sabe a dónde… Nos quedamos mirando ese lugar vacante sobre el asfalto donde el perro dormía su sueño de muerte prematura. Casi parece que hubiera una gran mancha de humedad de calor animal que ha empañado el suelo y no se va. Y entonces sentados a la tabla es como dice Burroughs en la intro de Naked Lunch -mientras nos sentimos tristes y molestos porque el paso de los años hace que se acumule una cantidad excesiva, escandalosa de comida entre los dientes, nadie nos había avisado que eso iba a suceder- "almuerzo desnudo: un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores".     

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