29 julio, 2012

Más allá el viaje del salmón

 En términos de metapsicología lo revolucionario sería siempre como para todo moderno, lo racional, eso que pone la razón contraviniendo a todo movimiento que provenga de la naturaleza. Como ser la fuerza de los instintos o el mismísimo principio del placer freudiano. Maravilla que los instintos sean conservadores de la primariedad de formas dadas y de rudimentarias repeticiones de lo mismo. Y que el principio del placer antes que buscar modificar lo externo y potenciar las fuerzas del devenir del sujeto esté listo para amoldarlo en fórmulas efectivas de una vida más bien rudimentaria a la que solo le interesaría, como voluntad inconciente y regresiva, permanecer sin salir de un tibio caldo primitivo.
En una época indeterminada fueron despertados en la materia inanimada, por la actuación de fuerzas inimaginables, las cualidades de lo viviente. Quizá fue este el proceso que sirvió de modelo a aquel otro que después hizo surgir la conciencia en determinado estado de la materia animada. La tensión, entonces generada en la antes inanimada materia, intentó nivelarse, apareciendo así el primer instinto: el de volver a lo inanimado.(Freud, Más allá del principio del placer)
 El efecto especulativo grandioso se abre, el horizonte estalla y lanza un sin número de preguntas que tienen la forma de pequeñas esquirlas que obsesionan y en esto Freud continúa el trabajoso y abrazador esfuerzo schopenahueriano del preguntar por la muerte y por la potencia deleznable(?) de la vida. Línea de continuidad entre pulsión de placer y pulsión de muerte, todo ello gobernado por la esfera instintiva que en este caso solo pujaría por el retorno a las fuerzas anorgánicas. Un vuelco inmenso y un descubrimiento de consecuencias estremecedoras si es que la fuerza de arrastre de la muerte no debe ser pensada como un vacío que succiona hacia el silenciamiento absoluto del no ser. Pero sí atrae llevando a todo lo orgánico, contra-corriente, hasta destrozarlo si fuera necesario para fundirlo otra vez al gran Inconciente del mundo.   

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