02 junio, 2012

Deseo

 Empecemos por algo simple y pequeño. Una pequeña materia blancuzca de unos pocos milímetros de diámetro donde están puestas las esperanzas y las expectativas de ponerse bien de no tener más unas terribles visiones que suben de un interior desconocido de terribles impulsos oscuros llamados locura y muerte abrupta. Entre nuestras manos va y viene la pequeña esferilla achatada, compactada y difícil de manipular, sobre todo cuando tenemos que cortarla justo por el medio y que aunque está marcada de fábrica por una zanja perfecta que la corre cruzando su diámetro, es en extremo evasiva, partiéndose fragmentándose de un modo fastidioso que la transforma en polvo de vida desesperada. En cierta ocasión tratamos de cortarla con una tijera utilizando solo una de sus hojas haciendo presión contra el apoya brazos del micro en el que viajamos hasta un cerro que nos disponemos a escalar y es sumamente complejo; el corte falla, y después de vacilaciones y forcejeos nerviosos, por el tiempo que siempre nos corre, los trocitos de la pastillita saltan en fragmentos deshechos, pero por suerte todos quedan resguardados en nuestras manos. Ella dice que no es nada y chupa los trocitos vueltos polvo y los absorbe con pasión. Y pensamos que cuando levantemos la copa, soplemos pequeñas velas retorcidas o intentemos encontrar seres mitológicos mirando el firmamento en la cumbre de un cerro solo querremos pedir -porque tantas veces hubo que el deseo era un mero hueco y el futuro una estrella distante e indiferente- la estrella hermosa que ella se merece.

No hay comentarios: