04 febrero, 2012

Mañana que recuerda a otra mañana

 Les visitamos. Y luego por la mañana salimos juntos, ustedes se iban a tomar un taxi y entonces les propusimos acompañarles a tomarlo. Ya habíamos olvidado las cosas feas que nos habían dicho, justo, justo, en ese filo precipicial que separa el sueño de la vigilia. Estábamos contentos. En esa rara esquina fronteriza donde alguna vez mandó bruno y donde ustedes nos enseñaron que los taxis saben parar les vimos subir a uno. Nos quedamos contemplando haciendo equilibrio para no arrancar antes. Sentimos el asfalto que se iba recalentando, aunque con suavidad. Ustedes se alejaban y nos miraban por el parabrisas de atrás y nos saludaban y nos tiraban besos con una dulzura que solo ustedes saben hacer a la mañana temprano cuando todavía no hay nadie en la calle, y, en general, tienen sus ojitos tristes.  

No hay comentarios: