27 agosto, 2011

Arrepentirse

 Siempre viviendo y pensando en un tiempo que ya no está. Desencajado. Frente a un horizonte que ya no se pierde por todos los flancos y que tampoco nos ciega por su abrumadora intensa profundidad. El tiempo que ya no está. Arrepentirse. Arrepentirse. Arrepentirse. Y ahora tener todo ese apelotonamiento de tiempo para nada. Un tiempo que da risa y lástima que se desparrama sobre las sillas y deja un reguero de insatisfacción sobre las mesas y todo lo que toca. Ayer. Un tiempo que se escapaba pero para retornar como pequeñas esquirlas con las que componer una obra imperceptible. El tiempo ido era un tiempo que fluía a una velocidad insoportable, eso nos enfermaba y nos mataba todos los días. Y nos acercábamos más y más al climax al que tanto queríamos llegar. El momento en que nos encontramos lanzados a una estratosfera donde todo es desgarradura y nos preguntamos si al fin aprendimos algo. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

12-03-23