25 abril, 2017

En caso de emergencia

 Les cuento lo que me pasó hoy. Bueno primero todo lo que vengo padeciendo. Como me gustaría hacer psssss y largar todo como un vómito como esa película donde un negro inmenso larga todo los males te saca  todos los males, las miasmas las porquerías las intoxicaciones del mundo. Trabaja Tom Hank. Todos conocen esa película. Los males del mundo son el primer amor y después el primer amor, no hay segundo ni tercero siempre es el primero aunque otro y otro y otro como las aguas otras y otras de Heráclito que es sin lugar a dudas un primer amor. Pero aquél te hace feliz porque te salva te redime y te activa y después te hunde te atropeya y te deja como despojo. Y no hay negro no hay nada que te saque esto de dentro toda esta amargura que se empieza a mover y duele. Ustedes se lo toman a la chacota todo esto y no es para menos, mientras vuelvo a casa se los cuento, al grupo, le voy contando todo esto que me pasó lo de pssss. Increíble, una experiencia de esas que te pasan una vez en la vida. Es que el bondi se paraba, el motor se apagaba... cuando vas en el bondi y el motor se apaga es como que la sangre te deja de circular. Y encima venía con todo ese dolor después de haber intentado hacer algo inútil viajando inútilmente pero teniendo que llegar. Claro en ese momento al querer bajar se paró el motor. Porque o se abría la puerta o se continuaba la marcha... Alguna explicación debe tener esto. Y el chofer, con esa forma de mirar que solo los choferes de un bondi tienen, me dijo que active el botón negro. No recuerdo si dijo botón si dijo palanca si dijo manija si dijo simplemente tira y abrí. ¿No soñaron muchas veces con poder tirar de él? En ese momento... dónde estaba el botón la palanca el cosito negro. Ah! ahí, pero fuerte! Hay que tirar fuerte... sí sí tirá fuerte y psssss ahí va, se pueden abrir las puertas manualmente. Cuando bajé le agradecí al chofer claro el tipo no entendía por qué le agradecía es que todo había ido a algún lugar a algún otro centro de dolor, no lo sé. Adentro del negro no, porque no había y además era un simple botón un simple botón que se salía hacia afuera y psssss todo se iba con aquella descompresión. 
 Las puertas abrir las puertas manualmente fue una dura faena, esas puertas herméticas que siempre deber quedar bien cerradas. Todo aquel que haya viajado en bondi sabe que esas puertas cuando cierran cierran. Estoy caminando unas calles cuesta arriba, calles ya pintadas todas de un tono ocre que es el color de la estación. El peso del teléfono en la palma de la mano tan sencillo ese peso como ver caer una hoja de un árbol, una hoja que se resiste a tocar el suelo. 
  
 

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