24 abril, 2017

A la superficie

Como vulnerable. Una campera encima un trapo encima. Hacia la superficie sobre las escaleras yendo rápido y pesado, demorándose en cada respiración. La respiración con la angustia, la decepción y el cansancio, todo lo malogrado, lo desgastado que no termina de morir pero se va a morir. Al salir a la luz al ruido al tráfico mejor ir a ver zapatillas a la tienda limpia con vitrinas con modelos nuevos. Se abrazaron y se besaron en el túnel, en el gran hall del túnel. Una chica que se parecía a ricitos de oro miró toda esa escena, había un montón de cosas que se conectaban en silencio. Algo que por allí pasaba solo por casualidad, una despedida. Un acuerdo tácito de darse ese momento de amor todos los días de la vida. Y lo único que iba a calmar la vida interior era ver en la vidriera las zapatillas como reflujo de cosas que se estrenan con olor a goma sin uso a cosa sin estar toqueteada. Que feo todo, que feo sentirse así como se siente e ir a ver calzado como si fuera un Dana Deportes o cualquier otro, aunque en este de verdad las zapatillas están muy buenas, tienen modelos para varios gustos. No solo de las que son más de fútbol y caras y Nike. También otras marcas pero no Adidas por ejemplo y otras además de Topper, pero también modelos para andar en bici o caminar o ir a trabajar, ponerse una camisa. Y no solo Lecoc o New Balance. Risa se escucha en la mesa del bar alguien que dice no nunca no debo no toma Coca-Cola. A partir de eso todo un programa de reivindicaciones en tiempos en que todos repiten y repiten eso debe ser repudiado, no importa si es un bar un supermercado o lo pasan por tv. Hay que hacerle la guerra perpetua a todos los facismos. Y ya.     

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