12 octubre, 2013

Baila danza

 Hoy encontré un material que ya me gustaba antes de que lo hubiese visto y escuchado. Esto porque hace mucho tiempo que escuchando a la banda de rock semielectrónico Radiohead postergo cierto deseo y cierto discurrir sobre sus derrames. Pero este tema Ingenue de Atoms For Peace, una especie de ramificación de hacer lo que se tiene ganas de hacer, de Thom Yorke, me hace detener unos momentos en montañas de expresión.
 Tal vez el organismo se deprima porque recibe todo masticado como se lo dan; si el alimento es bueno lo aprovecha y si es malo sale completamente dañado. Pero, saliendo de dentro de él yuxtapuesto, superpuesto repitiendo al organismo y en esa doble apariencia siendo un resultado heterogéneo de sí mismo, está el cuerpo. El cuerpo no se pone triste al menos no del modo en que se pone triste el organismo. El organismo no está hecho para soportar la danza y la belleza de la piel; no puede alimentarse o tomar como combustible lo abstracto. El cuerpo, la danza y la poesía conforman una misma lengua o una misma exploración o para los no fanáticos de Radiohead, un mismo intento. Cuando Thom Yorke danza con la bailarina Fukiko Takase hay varios de los aspectos que siempre me han entusiasmado y atrapado de Radiohead.   
 Primero la ausencia de paisaje, esa especie de desierto que es el escenario, el silencio inexpresivo pero a la espera de lo que tiene que ocurrir, como dice Deleuze en sus clases sobre pintura: la catástrofe. Entonces todo se va poblando de movimientos y de música y todo el fondo blanco es ametrallado de abstracciones que van haciendo germinar sobre él el tiempo de una caricia o de dedos que señalan lugares. Torsiones y partos de contorsiones y juegos de simetrías entre los cuerpos que despiertan desde dentro de su reflejo y más tarde se van a dormir y a soñar adentro de su reflejo.
 El frente vacío e iluminado de estrellas que son meros artificios pálidos. Atrás el blanco-gris del fondo liso que la electromúsica ametralla sin hacer visibles traspiés ni abolladuras. Sin cielo, y el piso es un lecho frío donde las manos de una mujer reverberan y acarician el desasosiego.
     

No hay comentarios: