13 febrero, 2013

Humo

 Es una gran conmoción no poder ya decir hasta mañana si Ratzinger quiere. Después de la conmoción empezaron a cruzarse las sospechas desde todos lados la noche se iluminaba como un gigantesco campo de batalla, esa iluminación, la voracidad de ese fuego que proviene seguramente de la cola de los cohetes que se reparten la materia en todas direcciones. Así viajaban las noticias, los dossier, todos los opinólogos profesionales y aficionados incorporaban sus chanzas y sus suspicacias al debate repetido. Qué hay detrás de la renuncia, qué hay detrás del montaje cosmetológico de la enfermedad, cómo es posible que Dios no le conceda un soplo de vida a quien es en la tierra su máximo representante. Para agrandar un tanto más el blablablá se dice horas después del anuncio que un rayo cayó sobre la torre principal del Vaticano; o sea, al Padre no le gustó nada la decisión del actual heredero de Pedro.
 Penetrar esas salas fastuosas, esas cámaras secretas esos documentos, esas cuentas bancarias, las cartas, los expedientes, los pronunciamientos los acuerdos los negociados las políticas de la institución que decae a un ritmo vertiginoso desde hace siglos pero que posee, desde Silvestre I hasta Ratzinger, la técnica desarrollada, perfeccionada y pulimentada por siglos de transformar barro en oro. Como si poseyera la magia -palabra no cara a la Iglesia- de teledirigir los significantes hacia el lugar deseado. Penetrar esos secretos volvería a cualquiera más eufórico que Guillermo de Bakersvielle interpretado por Sean Connery en el momento en que logran éste y Adso de Melk, activar el mecanismo secreto para ingresar en la sala de los libros prohibidos. 
 En otro registro con un tono más local se plantea un llamado. Esto es un llamado algo tenemos que hacer. No estamos abandonados como se dice a la buena de Dios somos nosotros los que hemos abandonado a Dios. Por ejemplo tenemos un país riquísimo tenemos minerales tenemos tierras y somos pocos, esto no es China esto no es la India somos pocos y tenemos mucho, mucho para disfrutar. Sin embargo nuestros niños se mueren de hambre... Y otra aberración es que haya en nuestro país niños desnutridos cuando sabemos que esa desnutrición provoca daños cerebrales irreversibles. Tenemos un inmenso territorio y sin embargo la gente vive hacinada en villas de emergencia. Esto tiene que acabarse. Existen las democracias y sin embargo las democracias no son buenas por sí mismas vivimos engañados a ese respecto. Hubo un gran asesino que todos conocen, su nombre; Adolf Hitler, pero él no llego solo al poder fue elegido por el pueblo la gente lo puso en ese lugar de poder. El pueblo se había equivocado se sentía perdido porque no tenía fe. Eso es lo que debemos pensar que sí, queremos la democracia, pero no queremos democracia sin fe. Basta. Hay que obedecer a la voluntad de Dios, todos hemos nacido pecadores, todos estamos igualados y en deuda frente a Él. Es hora de decir basta y comenzar a obedecer. Es hora de tomar conciencia que nuestras democracias ateas nos llevan a la ruina, nos pierden para toda la eternidad.
 Todo eso andaba dando vueltas... "No podeís servir a dos amos, a Dios y al Dinero". (Mateo 6:24, Lucas 16:13) "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más que a los hombres" (Hechos de los Apóstoles) Todo esto fue visto con  clarividencia y militancia política por los valdenses en el siglo XII. Y por otras sectas que tal vez tuvieron menos paciencia que los valdenses.
 En Roma, cuando comienza a salir el humillo blanco por los purpúreos tejados en señal de que un nuevo Papa ha sido elegido, todos los dulcinos y todos los hermanos se retuercen bajo la tierra o vibran, como partículas furiosas en las aguas cenicientas de los ríos y arroyos donde han sido confinados, y gritan: penitentia agite! el cuerpo debe ser castigado! En el Evangelio de José Saramago hay una lista interminable de todo ese clamor, de todo ese derrame de pasión; de una justicia que si alguna vez se hiciese efectiva el universo entero se replegaría sobre sí, como una sábana perfumada que se va plegando a cuatro manos, se autoabsorbería y no habría más luz ni oscuridad. No ha sido el genocidio más grande de la historia, pero, ha sido duro. Dios le dice al Hijo en este Evangelio que la lista de muertos y torturados es interminable o sea... Interminable. El Hijo se empecina. Dios cede y comienza: Para empezar con alguien a quien conoces y amas, el pescador Simón, a quien llamarás Pedro, será, como tú, crucificado, pero cabeza abajo(...) Y el último pero que no es el último: Wilgeforte, o Liberata, o Eutropía, virgen, barbada, crucificada(...)Era una lider  valdense.       

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