09 noviembre, 2011

Liberación

 Descendimos esas amplias y señoriales escaleras de mármol impecable. Experimentamos liviandad al apoyar las suelas aquellas sobre la roja y gruesa alfombra tan suave como el pelaje de un osezno y hecha de una corteza que resiste la infinidad de pisadas diarias. 
 No hay para nosotros vislumbre de una liberación si es cierto que ningún hombre puede escapar a su propia historia. Supongo que esperábamos con ingenuidad que Alejandro soltara amarras para nosotros y nos permitiera huir quizás hacia el Delta; hacia otro cosmos interior por descubrir. No habría que preocuparse más por el hypokeímenon
 Pero qué es ese por descubrir que tanto nos seduce como si siempre nos estuviéramos perdiendo de algo. Hacia allí queremos ir desde que memoria tenemos: diciendo; nada me ata a este lugar. Y al fin el gesto de huir es lo único que queda, del otro lado una oscuridad atractiva se revuelve y nos llama. 

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