29 enero, 2018

Remolinos

 El agua del río hace remolinos, agua amarronada, dicen que mucha gente se sorprende cuando ve esta agua amarronada que se llama de plata. No sé si es la lancha colectiva que nos trae del Delta quien hace los remolinos o es el río que los hace con la lancha adentro. En esas vueltas siempre se me aparece el maestro y el discípulo de la película coreana de la que siempre quiero hablarle a todos mis amigos y amigas. Se llama Una vida agridulce, en castellano. Y en la primer escena hay un sauce con unas ramadas larguísimas que flamean y flamean y bullen. Entonces el discípulo pregunta y el maestro contesta. Se mueve el viento y las ramas en el viento o son las ramas las que se mueven y producen viento, eso pregunta el discípulo y el maestro contesta. Del mismo modo el maestro de boxeo me dice: En el cuadrilátero al igual que en la calle, se pega con el puño cerrado la palma mirando hacia abajo y haciendo que el golpe se concentre en los nudillos porque eso es lo que hace doler.
 Entonces remolinos y más remolinos en el agua y el atardecer, los ramajes a los lejos, hay tanto rozamiento tanto fluir. Tan una cosa metiéndose en la espesura de otra fluctuante que empiezo a rememorar el planeta inventado por Stanislaw Lem; ese fascinante mundo, Solaris, que está todo el tiempo cambiando todo el tiempo disipándose y hundiéndose en sí mismo con sus colores indistinguibles e innumerables. Algo que no se sabe si está vivo o si es simplemente materia. Y que lanza esa inquietante pregunta de que lo que sea Dios es algo no vivo carente de voluntad o todo lo contrario, pero la diferencia es tan grande como la frontera que separa a la muerte de la vida. Tajante. De consecuencias insospechadas. Y la película del gran Kim Je Wom continúa así: el maestro le contesta  que no se mueven ni el viento ni las hojas sino solo su (tu) mente y su (tu) corazón. Me gustaría que este río no terminara nunca seguir acá en la lancha y no bajar que el cauce sea interminable. Tanta profundidad... va... quiero decir que cuánta profundidad habrá en esta zona del río; o sea debajo nuestro. En fin, me saco una foto con lentes de sol y me gusta ilusionarme con que después la pondré como perfil de una red social como si eso fuera también el pulso superfluo de las cosas que van siendo.  

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