01 agosto, 2016

Todo lo que es gratis es bueno

 Todos salieron a la noche y respiraron el aire yodado, el aire del mar. Jajaja qué mar acá no hay y el río está lejos. Después enloquecieron.
 Solos enloquecieron en mitad de la noche se despertaban empapados temblando. Ni siquiera era mitad de la noche pero para ellos era así. Era apenas la madrugada, recién. 
 Parece que el aire tenía algo y lo habían respirado, claro si el aire es gratis. Cada uno lo respiró y después cada uno enloqueció solo y así sin saber a quién reclamarle. Porque les daba casi vergüenza decir; por qué lo hice, por qué por qué por qué... por qué respiré.
 Todos habían salido y habían dicho qué rico esto no es la mezcla de siempre la que nos venden siempre la hecha de caca de perro y hojas medio podridas y humedad mucha, no nada de eso. Pero si es gratis qué dicen! Pero si hay lo suficiente nada es distinto esta noche es la ciudad de siempre la húmeda la pesada la que se baja la que te aplana la que te pesa y te pasa todo rápido. 
 En fin, todos enloquecieron al irse a dormir apenas un rato pasó y se levantaron como locos de atar transpirando a gota gorda con frío con frazadas que eran un horror. Sueños solo sueños de locos. Tal vez si toda esa pesadilla y ese padecimiento se hubiese podido conectar y sabido todos que por el aire era por el aire que habían tomado pero no cada uno solo lo padecía y se preguntaba para qué respiré tanto tan profundamente. Si bien recordaban los excesos de la noche todos lo hacían porque habían escrito y mandado a los otros que estaba rico muy rico el aire esa noche. Se arrepintieron. Fueron, encima no juntos sino que cada uno por separado llamó o se presento -o mandó un msj que era una aberración- en el lugar destinado para tal fin a pedir que ya no lo regalen.

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